viernes, 8 de diciembre de 2006

Nociones sobre Pobreza

Pobreza. Modelos de comprensión y reconocimiento.
Francisco J. Cabellos M. (1)
Pamela A. Luna B. (2)
“En las sociedades antiguas, la pobreza se revelaba como una situación de penuria extrema, exigente de ayuda para ser compatible con la mera supervivencia. En las sociedades modernas, en cambio, la pobreza es la sombra de la riqueza, y en la actualidad viene a ser algo así como lo negativo del desarrollo”. (Casado, 1971).

El análisis tanto teórico como empírico del fenómeno de la pobreza se ha derivado a partir de las diferentes nociones que de él se posee. La más básica es la que lo homologa a un estado y estrato carenciado. Ella considera como imagen inmediata y elemental de la pobreza una situación de penuria o de carencia de bienes por debajo de un determinado nivel. Esta orientación, como indica Casado (1971), “viene marcada por las opciones que se que se adoptan en la traducción de la definición de pobreza a términos operativos” (pp.58). Considera de forma casi exclusiva la referencia al ingreso necesario para cubrir un conjunto de necesidades de tipo biofisiológicos como criterio operativo de acceso a la pobreza.

Al respecto, Venegas y Cortés (1996) indican la existencia de dos perspectivas generales para definir criterios operativos que hagan posible distinguir cuando un hogar tiene un nivel de carencias tal que constituye una situación de pobreza. La primera y más conocida consiste en la definición de umbrales absolutos respecto de niveles de ingreso u otros satisfactores. Desde esta perspectiva, se compara la situación de cada hogar con los niveles considerados como mínimos para la satisfacción de las necesidades básicas. Este es el método del ingreso, que, como es evidente, presenta serias limitaciones, especialmente por el hecho ya explicitado por Casado (1971) en cuanto a que las necesidades básicas de los individuos no son plenamente objetivas e uniformes. Frente a estas limitaciones, la segunda perspectiva, que se basa en la noción de equidad distributiva, aborda el tema de la pobreza a partir de los niveles de satisfacción de necesidades en una sociedad dada. Desde este punto de vista – en el que los hogares o personas son o no pobres, dependiendo de cómo se sitúan respecto del conjunto – los patrones de distribución del ingreso cobra especial relevancia, puesto que uno de los factores que determina cuantos hogares están por debajo de la línea de pobreza relativa, es – precisamente – la mayor o menor participación de los hogares de menos recursos dentro del total de ingresos disponibles.

No obstante que el modelo de la línea de pobreza relativa incorpora la noción de equidad y relativiza el concepto de pobreza en base a artilugios de tipo econométrico, Venegas y Cortés (1996) llaman la atención sobre el hecho que toda definición de pobreza diversa, “...incluso los parámetros absolutos están asociados a los niveles de desarrollo alcanzados por la sociedad y, a la que, en un marco histórico determinado, se considera como el mínimo humanamente digno...[de esto es ejemplo] el incremento sistemático y sostenido en el promedio de la escolaridad durante las últimas décadas, la duplicación de la población económicamente activa entre 1970 y 1990...de tal manera que son las condiciones propias del contexto las que determinan lo relativo de los niveles necesarios” (pp. 2). En una sociedad como la actual, en que la mayoría de la población está permanentemente expuesta a una oferta amplia y variada de vienes y servicios, con independencia de cual sea su capacidad de acceder a ellos, esta dimensión histórica de la definición de pobreza es más relevante que nunca antes, y no resulta asequibles desde los métodos de línea, absoluta o relativa, de pobreza por lo que encuentran limitaciones importantes para explicar e intervenir el fenómeno de la pobreza.

Una perspectiva alternativa esta constituida por la que asimila pobreza a un estado de necesidad. Para ésta, de acuerdo a Casado (1971), aun cuando se logre una “...imagen económica de la pobreza muy matizada, de modo que se llegue a conocer con toda exactitud los bienes y servicios de que disponen y carecen los pobres, no se obtendrá de ello directamente la determinación de las necesidades humanas insatisfechas, que son obviamente un dato básico para el conocimiento de la naturaleza de la pobreza” (pp. 63). Las teorías dentro de esta perspectiva se encargan de explicar las características y condiciones esenciales de la humanidad del hombre y su expresión en necesidades y capacidades derivadas y producidas; la pobreza representa la insatisfacción de tales condiciones y por tanto el no logro del desarrollo y bienestar (Alarcón, Perez Luco y Zambrano, 1995). Para alcanzar dicho dato es imprescindible incorporar puntos de vista psicológicos. Tal como indica Casado (1971), “...si se trata de evaluar las carencias – necesidades no satisfechas - de los pobres, lo procedente es tomar como referencia las necesidades humanas(3). Esto que parece tan elemental se descuida reiteradamente en el planteamiento de los estudios sobre pobreza, problemas sociales, etc.” (pp. 64). Se olvida que la pobreza se manifiesta también como imposibilidad de satisfacer necesidades básicas, menos complejas, que determina la imposibilidad de acceden a niveles de realización de necesidades vinculadas más a las propiamente humanas que sólo a las de supervivencia básica.

La perspectiva sociológica de comprensión de la pobreza como fenómeno de marginación o exclusión social, por otra parte, reconoce la idea general de que los pobres no solo están en el en el fondo de la estratificación social, sino que también fuera de la sociedad. De acuerdo a Casado (1971), este fenómeno puede enfocarse desde dos puntos de vistas complementarios. La primera orientación parte del supuesto que la sociedad está configurada correctamente, siendo asequible a todas las personas que se comportan “normalmente”, quedando fuera de ésta, aquellos que “...por su incapacidad congénita o adquirida, por su retraimiento de las metas culturales vigentes y de los medios institucionalizados para lograrlas...se [manifiestan como] casos de inadaptación, desviación, rebeldía” (pp.68). Sin embargo, esta caracterización presenta limitaciones para caracterizar a la pobreza puesto que “...los colectivos de inadaptados, desviados, etc. no se corresponden plena o mayoritariamente con el de los pobres.....; por otra parte auque sean objetivamente pobres, no siempre son considerados pobres por la sociedad” (pp. 69). La segunda orientación, aludiendo al enfoque teórico de marginación social, verifica pobreza en todos los casos en que las personas “...permanecen al margen de la sociedad en razón de que ésta les ha rechazado positivamente, o no les ha facilitado el acceso a sus metas culturales y/o medios adecuados para alcanzarlas” (pp. 69). Aun así, este enfoque presenta dificultades de aplicación en algunos tipos de pobreza, como por ejemplo, los campesinos autónomos de escasa propiedad, que viven en comunidades. Es preciso entonces adoptar un concepto de marginalidad de geometría variable, que permita una amplia aplicación analítica.

Dentro de esta perspectiva, Gino Germani, por otra parte, usa el concepto de marginalidad para describir y explicar la pobreza latinoamericana en las décadas del `60 y`70, como la persistencia en la sociedad de configuraciones culturales y sociopolíticas tradicionales en oposición a procesos de modernización social paralelos, en la intimidad de los cuales los marginales no logran penetrar. Y la explica por el carácter a sincrónico del desarrollo que determina desfases en la velocidad y dirección del cambio social favoreciendo el crecimiento de un polo y el retraso de otro(Alarcón, Pérez Luco y Zambrano, 1995).

En la actualidad el análisis de la exclusión social estudia la funcionalidad del orden social planteando la pobreza como entorno del sistema económico y subsistema del sistema social. Se entiende la pobreza como sistema que se transforma continuamente (no es homogénea ni sincrónica ni diacrónicamente, y se constituye como sistema autopoietico), pero persiste pues es funcional a la mantención de los equilibrios que permiten la operación de la sociedad bajo las actuales condiciones.

Otra perspectiva de comprensión del fenómeno de la pobreza es la aportada por los enfoque culturales. Harrington, citado por Casado (1971), en sus definiciones ha localizado el círculo vicioso de la pobreza, diciendo que “.... la explicación real porque los pobres están donde están, es la de que cometieron el error de nacer de padres en mala situación, en una mala zona del país, de trabajar en mala industria o de pertenecer a un grupo étnico o social también mal situado. Una vez conocido el error, podrán ser modelos de voluntad y moralidad..... hay gente en la sociedad opulenta que es pobre porque es pobre y que sigue siendo pobre porque es pobre” (p.70) Aquí el énfasis está en la capacidad de movilidad social, como sistema de legitimación de la jerarquización social.

Oscar Lewis, por otro lado, en su teoría de la “cultura de la pobreza”, enfatiza la distinción entre pobreza y cultura de la pobreza, planteando según Casado (1971) que “...hay muchos pobres en el mundo. En verdad, la pobreza de las dos terceras partes de la población mundial que vive en los países subdesarrollados ha sido justamente llamada el problema de los problemas. Pero es muy cierto que no viven todos en una cultura de pobreza. Es claro que deben darse ciertas condiciones para que este modo de vida venga a nacer y a desarrollarse” (p.71). Éstas condiciones son una estructura económica capitalista con problemas constantes de paro, subempleo y bajos salarios. Alta valoración de la prosperidad material, afirmación de la posibilidad de ascenso social, etc. “...Cuando estas circunstancias se dan, los pobres afectados por ellas desarrollan un cuadro de respuestas reactivas y adaptativas a su posición marginal, a su penuria y a las frustraciones que se derivan de la asociación de una y otra, y que se centra...en la percepción de la imposibilidad de tener éxito dentro del marco de metas y valores que impone la sociedad central....la cultura de la pobreza no es cuestión de privación o de desorganización, una expresión que designe la ausencia de alguna cosa. Es una cultura en el sentido antropológico tradicional: provee a los seres humanos de un proyecto para vivir, de soluciones para los problemas humanos, y juega así una función significativa de adaptación. Este estilo de vida trasciende las fronteras nacionales y las diferencias regionales, urbanas y rurales en el interior de las naciones. Cualquiera que sea el lugar donde aparece, sus titulares manifiestan una similitud notable en la estructura de sus familias, en las relaciones interpersonales, en los hábitos de gasto, en sus sistemas de valores y en su percepción del tiempo”(p.72). Lewis, referido por Alvarado (1994), plantea que la cultura de la pobreza, es una cultura en sí misma, porque es un modo de ver la vida y enfrentarse al mundo, es decir, es aquello que permite a los hombres satisfacer las necesidades que su medio natural y social les plantea. La cultura de la pobreza revela la existencia de estilos de vida propios de los pobres que se constituyen como una reacción de adaptación a la marginación derivada del proceso de desarrollo, transformándose en conocimiento social transmisible intergeneracionalmente. Esto hace que la pobreza contenga, a nivel simbólico, mecanismos de autoproducción perfectamente articulados al desarrollo, pero de modo marginal, y que su reproducción no necesariamente dependa de la precariedad material. Para que este fenómeno se produzca debe desarrollarse la frustración resultante de la contradicción metas-medios.

En cuanto a las formas de acceder a una modificación de esta situación se sostiene que el hallazgo de una salida objetiva o psicológica de la frustración generaría la destrucción de la cultura de la pobreza.

Finalmente la comprensión Psicosocial de la pobreza, según Alarcón, Pérez Luco y Zambrano (1995) define esta condición como la falta de acceso de algunos grupos sociales a los recursos tanto materiales como psicológicos que trae fuetes problemas sociales. “Este acceso limitado ocurre como consecuencia de una serie de Instituciones sociales que de manera selectiva controlan las oportunidades de adquirir poder o mayor ingreso económico dentro de la sociedad (Escobar 1979, citado en Alarcón 1995). Así, es la estructura de la sociedades quien determina el grado de control del individuo sobre su medio ambiente, facilitando o limitando la satisfacción de sus necesidades. La subordinación en al estructura social se traduce en la carencia de control, lo cual generaría en el organismo externalidades negativas, desesperanza aprendida, alineación normativa y ausencia de control predictivo. A su vez estos rasgos psicológicos de los individuos producto de las variables estructurales, refuerzan su posición subordinada en la estructura social. La disponibilidad en la distribución de los bienes de una sociedad afecta las oportunidades de desarrollo y acción para los grupos pobres. La visión Psicosocial de la pobreza, hace referencia a manifestaciones psicológicas características de los pobres, como reacción de adaptación a su experiencia de la pobreza, surgimiento de determinados caracteres adaptados al medio de la pobreza que tienden a estabilizar tales condiciones de vida; existencia de mecanismos de defensa compensatorios generalizados que favorecen la evasión, la resignación y la inmediatización en la experiencia, cuestiones que dificultan el cambio y la existencia de continuas experiencias traumáticas en el desarrollo infantil que además se expresan en un “trauma acumulado” de trascendencia histórica (Alarcón, Pérez Luco Y Zambrano, 1995).
(1) Lic. en Psicología, Mg(c) Desarrollo Regional y Local, Jefe de Proyectos AXXIONA Desarrollo Humano.
(2) Lic. en Psicología, Mg(c) Desarrollo Regional y Local, Jefe de Operaciones AXXIONA Desarrollo Humano.
(3) La psicología moderna aportó el modelo de necesidades de Maslow, que considera necesidades humanas en el plano de la fisiología, la seguridad, la posesividad y el amor, la pertenencia y la estima y la autorrealización. En la actualidad el modelo de Desarrollo Humano, del PNUD, ha definido una aproximación más sofisticada respecto de las necesidades humanas, incorporando seguridad, participación, medio ambiente, entre otras.
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