viernes, 23 de mayo de 2008

La oscura perseverancia de la pobreza y el individuo 'par défaut'. Diálogo con Robert Castel

Escrito por María Emilia Tijoux

Robert Castel es sociólogo y Director de investigación en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París. Ha escrito obras ya, a estas alturas, inolvidables como El psicoanalismo (Maspero, 1973, Flammarion, 1981), El orden psiquiátrico (Minuit, 1976), La Sociedad psiquiátrica avanzada: el modelo americano, con F. Castel y A. Lovell (Grasset, 1979), La gestión de los riesgos (Minuit, 1981) y La metamorfosis de la cuestión social (Gallimard, 1995).

¿Se expone el sociólogo cuando escribe sobre el mundo social? ¿Puede investigar problemas concretos si al mismo tiempo está empeñado en fortalecer el conocimiento científico? ¿Cuál es la fuerza que puede instalar en la diferencia que la sociología tiene -como ciencia social- con las demás ciencias? Pienso que gran parte de la fuerza de Robert Castel radica en su preocupación por las demandas sociales que ponen en aprietos a los sociólogos. Mucho (muchos) debatimos y resistimos a responder demandas que pueden alejarnos del rigor exigido por la ciencia frente a exigencias externas sentidas ajenas a la objetividad, a lo que se suma la inquietud de la dependencia de financiamientos -públicos y privados- que, sin interés por el progreso del conocimiento, apelan a la expertise de los sociólogos para analizar problemas que muy específicamente les preocupa resolver. Podríamos optar por un puritanismo sociológico que exalte las virtudes del desinterés elitista, o aceptar un trabajo que, corriendo el riesgo de la simpleza, haga visible una sociología capaz de rendir cuentas a todos y no sólo a las instituciones oficiales de control. Quizás sea preferible contribuir al debate social que permanecer eternamente en las bambalinas del intercambio entre especialistas. La demanda social -considera el autor-, es el sistema de expectativas que la sociedad tiene acerca de sus problemas más cotidianos, allí donde trabajamos los sociólogos sin tener por ello que adherir forzosamente a un sentido común, cuyas formulaciones es necesario identificar, abordar, des-construir y reconstruir, para comprender y asumir lo que intranquiliza a nuestra sociedad cristalizada en sujetos reales que experimentan la cesantía, la precariedad habitacional, el mal funcionamiento de las escuelas, la mala atención de la salud, y tantos otros problemas suspendidos por la complejidad de su comprensión. Es esta dificultad, sin embargo, la que abre el terreno y la contingencia para la investigación sociológica, ya sea teórica o empírica. El sociólogo crítico puede abrir-se los ojos y puede abrir sus pasos a enfoques múltiples sin cerrarse a la obligación unidimensional del empirismo de la realidad social construida con la primera mirada. Es preciso un análisis reflexivo mayor que, como señala Bourdieu, considere sucesivamente la posición que tenemos en el espacio social, en el campo donde nos movemos y en el universo escolástico.
Hurgando más allá de lo que sobreviene a la primera mirada, y desde un punto de vista (posición) generalmente demonizado por las ideologías dominantes, Castel ingresa a los “grandes problemas” para trabajar y proponer enfoques distintos que transformen la demanda social en constante abono para el cuestionamiento sociológico, y en un conjunto de intentos por desenmarañar las diversas configuraciones problemáticas de la sociedad. Ya en trabajos anteriores Castel se preguntaba por la presencia insistente de individuos que, casi flotando en la estructura social, pueblan los intersticios de la sociedad en el resbaladizo terreno de la vulnerabilidad, sin lugar para quedarse ni permanecer, sin soportes, víctimas algunos de la –flexible- reconversión industrial, mientras otros transitan en distintas búsquedas: casa, escuela, trabajo, reconocimiento social. ¿Quiénes son? ¿Cómo llegaron hasta aquí? ¿Qué pasará después con ellos? ¿Existen realmente, o no son más que ausencia en razón de la retirada de soportes que los mantengan? Acerca de esto conversamos con Robert Castel, una mañana de invierno, en París.
MARÍA EMILIA TIJOUX: Sin pretender amalgamar las situaciones de vida en dos países como Chile y Francia, mi interés ha sido dialogar con respecto a situaciones y problemas que se viven tanto acá como allá, como la inseguridad, la xenofobia y la vulnerabilidad laboral. Al mismo tiempo es inquietante observar cómo en Chile se banaliza el sufrimiento de la gente hasta el punto de normalizar sus malas condiciones de vida, lo que ocurre principalmente en los que experimentan la pobreza hace largo tiempo. Sin embargo, otros individuos que han vivido siempre integrados han debido enfrentar la repentina llegada de una situación que los convierte en nuevos pobres que deben reacomodar sus existencias. Pienso en un país como Argentina, donde la crisis económica tiene a numerosas personas buscando paliar sus dificultades de existencia en la sociedad inventando formas que habrían sido inimaginables hace algunos años atrás. En Chile los trabajos informales se vuelven inventos cotidianos de supervivencia. Pero cuando se trata de enfrentar desde las ciencias sociales estos problemas, la pobreza sigue siendo uno de los conceptos más esgrimidos para explicar estas situaciones, y es vista como la causa principal de lo que agobia a buena parte de nuestra sociedad. ¿Es posible explicar este sufrimiento social desde la pobreza? O bien, ¿puede la exclusión dar cuenta de estos fenómenos? ¿Acaso esta multiplicidad de nociones no hace más arriesgado el trabajo del cientista social?
ROBERT CASTEL: Tengo la impresión respecto a lo que usted señala, que el concepto de pobreza no es muy útil, justamente porque la pobreza es demasiado masiva. Porque si tomamos las cosas en una perspectiva histórica por ejemplo, encontraremos que hay un concepto de pobreza cristiana muy ampliamente conocida en la Edad Media y que tiene muy poco que ver con lo que llamamos pobreza como de-privación económica. Entonces, tenemos esta capa ideológica religiosa, pero incluso lo que llamamos pobre socialmente o sociológicamente me parece un poco confuso, porque primeramente eso hace pensar en una dimensión puramente económica. El pobre sería lo contrario del rico, y efectivamente el pobre no es rico, es lo menos que podemos decir, pero hay otros elementos que juegan en su condición además de la dimensión económica. Por ejemplo, el pobre en regla general es despreciado, es marginado. Pero incluso esa concepción corriente de la pobreza evoluciona a través de la historia. No es la misma cosa hablar de pobres en una sociedad donde casi la mitad de la gente es pobre, como ha sido el caso incluso en Europa occidental y sin duda como es el caso todavía hoy en muchos países, que cuando estamos en una sociedad donde los pobres son un numero limitado, por ejemplo –y aunque encuentro esa palabra muy sospechosa- lo que en Francia se llama el Quart Monde (Cuarto mundo). El Quart Monde es esa pequeña franja de gente que no ha entrado en el proceso de la modernidad y que efectivamente son pobres, pero no es lo mismo decir pobres en el Quart Monde, que hablar de ellos cuando se trata casi de la mitad de la población. Otra distinción importante -y creo que podríamos todavía hacer otras-, diría yo que tiene que ver con gente que siempre ha sido pobre, y es ese uno de los análisis que se hace del Quart Monde, justamente que afirma que se trata de gente que nunca ha entrado en el proceso social del desarrollo, que son pobres, y de los que también se dice que reproducen su pobreza incluso a través de sus hijos, etc. Y bien aún así, esa es una cosa muy distinta de lo que vive por ejemplo un cesante, que ha tenido una vida integrada, que ha tenido recursos suficientes y que se convierte en un pobre. Este sería entonces un “nuevo pobre”. Y podríamos por supuesto continuar, pero estas nuevas acepciones de la pobreza me parece que son más bien fuente de confusión. Yo creo -tal como usted lo sugiere-, que, por último, si hay que correr un riesgo, yo preferiría correr el riesgo de distinguir situaciones y procesos, más que colocar todo eso en la gran cubierta donde se focaliza la pobreza.
MET: Pero una vez que hemos podido aclarar la distinción de situaciones y de procesos con respecto a la pobreza, este individuo pobre que según usted estaría desafiliado, ¿vendría a ser “otro” individuo, distinto al anterior? ¿O es un individuo que tiene algo del otro más algo nuevo que proviene de su situación? ¿Se llega a convertir en individuo por su misma condición de pobreza y desafiliación? ¿Y por último, puede todavía ser individuo cuando queda desafiliado?
RC: Mire, depende, hay que precisar en ese caso lo que entendemos por individuo. Yo estoy en desacuerdo con rechazar la calidad de un individuo, porque se trata de un ser humano que al mismo tiempo se le solicita como individuo, es decir, como algo contrario al modo como debería funcionar la ayuda social, puesto que se le pide a esta gente démuni (sin recursos) que tenga proyectos de inserción, algo que no se le pide a la gente normalmente integrada. O sea, son individuos de todos modos, pero me parece que en ese caso hay que distinguir al menos dos tipos de individuos. No se trata de una diferencia psicológica -al menos ese es el hilo que trato de desarrollar- a partir de los soportes necesarios que precisa para posicionarse en tanto individuo. No se es individuo así como así, al menos en el sentido positivo de la palabra, como para poder desplegar un nivel de independencia o de autonomía, eso que Bourdieu llama los capitales, porque justamente no son únicamente capitales económicos, y es a esa condición que se puede ser plenamente o positivamente un individuo y, opuestamente -aunque puede haber estadios intermediarios-, está lo que yo propongo llamar individuo par défaut. Esto no quiere decir que no sean individuos y que no deban ser respetados como tales, sino que están en el límite, en el límite de ser más bien negativamente individuos por sus dificultades y sus sufrimientos, por la carencia, porque carecen de recursos, de medios, de soportes que no son solamente económicos, sino también de protección y de reconocimiento social, ante lo cual sugiero que no hay que negar la calidad de los individuos que están en dificultad, sino tratar de complejizar un poco esta noción de individuo en torno a ese individuo positivo, y hablar de un individuo par défaut.
MET: Entiendo bien cuando usted hace referencia a un individuo por défaut, cuando se trata de un individuo carente en Francia y también como aquel individuo que teje de todos modos vínculos específicos con los servicios sociales. Pero, pensando desde Chile -con el cuidado y el riesgo que implica cualquier comparación-, donde no existe un sistema como el francés, pero donde sin embargo también se acude a la ayuda social, cuando una persona necesita acudir a esos servicios sociales para solicitar algo, debe hacerlo portando y clasificando en un expediente todas aquellas piezas que demuestren administrativamente su condición de pobreza, mientras que para un rico basta con existir y mostrar esta existencia para ser conocido y reconocido. El más pobre debe existir siempre acompañado de la carga de una mochila de papeles que justifican su condición. En ella aparecen escritas todas y cada una de las carencias que deben de-mostrar a los especialistas. Es únicamente gracias a estos expedientes que logra, de vez en cuando, ingresar a un sistema de ayuda. Su situación debe ser continuamente mostrada -incluso públicamente- porque únicamente de esa manera puede a veces obtener una canasta de alimentos, una mediagua o algún medicamento. ¿Se trataría de una nueva razón administrativa que emerge con este ejercicio?
RC: Por supuesto, usted tiene razón en cuanto a lo estigmatizadoras que pueden ser ciertas medidas sociales que se toman con respecto a estas categorías de personas, y por eso mismo que la única diferencia no está en ser rico o ser pobre, sino también en los derechos en los cuales participamos. Creo de todos modos que no es muy justo criticar la ayuda social, porque la gente que se encuentra en esta situación necesita estas medidas que obviamente pueden tener un carácter estigmatizador. Pero hay otro tipo de derechos y de protección que refiere a medidas generales de protección social que, por ejemplo, tenemos la suerte de poseer en Francia -y que desgraciadamente no es el caso en otros países: una seguridad social prácticamente universal. Es cierto que hay algunas personas que escapan, pero el conjunto de la población está cubierto. Esto quiere decir que es un derecho general y que, incluso en los casos en que vamos con nuestra tarjeta de seguridad social al hospital o a consultar al médico, no es necesario dar la prueba que uno es marginal para que nos tomen en cuenta. Entonces, la diferencia no es solamente la pobreza y la riqueza, sino el carácter medianamente sólido que apuntan a un sentido más general y a la vez más focalizado de los derechos.
MET: Efectivamente, esa diferencia entre lo que se vive en Francia y lo que vivimos en Chile, donde mucha gente queda totalmente desprotegida, hace que nos refiramos más a menudo a la exclusión, dado que en Chile existe un estado de cosas que se mantiene desde hace tiempo, como es el caso del desamparo de muchos niños pobres, de las condiciones miserables de las viviendas, o la imposibilidad de acceso a la educación de miles de jóvenes. A ese propósito es que interrogamos a esa exclusión social que existe en Chile, a pesar de todas las luchas que tuvieron como objetivo la implementación de políticas sociales que beneficiaran a los sectores más desfavorecidos. Si bien la dictadura terminó con muchos de estos logros y beneficios sociales, actualmente no vemos un gran cambio que favorezca o, tal como usted lo afirma, los soportes colectivos a los que se podía adherir ya no existen o se han debilitado. A pesar de ello, muchos de los que llamamos excluidos -y pienso en ese sentido en los trabajos de Michel de Certeau cuando se refiere a las tácticas como un cierto modo temporal de supervivencia- se mueven continuamente en una búsqueda en la sociedad que tanto se cierra para ellos, en continuos intentos por conseguir un trabajo de cualquier tipo o un pequeño espacio que les permita vivir, aunque marginalmente pertenecer a la sociedad. Así pienso que se vuelve a plantear el problema de la marginalidad ¿Están realmente al margen? ¿Están al interior sin estar realmente integrados? ¿Podemos hablar de exclusión en estos casos? ¿ Por qué afirma usted que se trata de la desafiliación?
RC: En todo caso y a lo mejor no de la misma manera, pero en Francia el uso generalizado de la noción de exclusión también -creo yo- es algo un poco perverso y a lo mejor no así en América Latina. En ese sentido me parece que una expresión como “marginalidad” que usted seguramente conoce bien, es más rica. Sabemos que ha habido muchas discusiones al respecto y que todavía las cosas no están muy claras en ese sentido, pero me parece que ese concepto tiene el mérito de no establecer un corte. Esto me parece importante, porque en la mayoría de los casos la exclusión es un concepto perverso que hace suponer que hay gente que está en el hors social (fuera de lo social), cuando nadie en realidad está fuera de lo social. Por eso, me parece más válida la noción de marginalidad, porque el hecho que estas personas se encuentren en el borde no significa que hayan cortado su relación con el centro. Por eso es que, más que la exclusión, he intentado introducir la desafiliación -incluyendo a la sociedad francesa- para ubicar a la gente en dificultad, que está a veces en extrema dificultad de una trayectoria que tiene relación con el centro. Porque en la mayoría de los casos se trata de gente -en todo caso con respecto a esa gente a la que se le denomina excluida- que no siempre estuvo en esa situación. Muchos de ellos, tal como los cesantes a los que me refería recién, fue gente bien integrada en otros momentos. Entonces, analizar únicamente la exclusión, hace que no se tome en cuenta el conjunto de los procesos al mismo tiempo que aquello que probablemente está en el corazón de ese proceso, como por ejemplo las políticas de empleo, la competencia exacerbada entre las empresas, etc., y que nos conduce entonces a dejar la exclusión entre comillas. Lo que ocurre es que para comprender y luchar simultáneamente contra ese fenómeno específico me parece que no debe solamente atacarse –digo esto como una imagen- a las personas que se encuentran en esta zona, sino que más bien debemos reconstruir la trayectoria completa que los condujo hasta allí.
MET: Cuando usted se refiere a la trayectoria, ¿estaríamos hablando del recorrido de la vida de este individuo para llegar a su historia individual, y también a las rupturas que ha tenido durante ese recorrido, a lo que ha debido vivir individualmente en una desintegración de no haber podido estar realmente en la sociedad? ¿O también se refiere usted a las trayectorias plurales, que implicaría comprender y analizar la historia colectiva en la que el individuo ha participado?.
RC: El término trayectoria también puede tener una significación colectiva. No es solamente una trayectoria individual. Por ejemplo, podríamos mostrar que ha habido una parte de la clase obrera que ha tenido esta trayectoria de movilidad descendente en lugar de una movilidad ascendente, como un grupo de aquellos grupos que también están desafiliados o que están amenazados de desafiliación. Pero al mismo tiempo, y vea que esto no es contradictorio, los que recorren esta trayectoria son individuos, por eso es que también podemos tomarlos desde el ángulo de la trayectoria individual.
MET: ¿Esto nos podría llevar a afirmar que, por ejemplo, disciplinas como la sociología y la historia deberían emprender un trabajo conjunto? Obviamente considerando la justa medida que implica el recorrido y lo particular de cada una. Pero, esta historia colectiva a la que usted se refiere y la historia individual como trayectoria más personal, ¿podría llevarnos a reflexionar sobre algún método más interesante de trabajo para la investigación social? ¿Podría entenderse como una preocupación de aunar fuerzas para la mejor comprensión de los fenómenos?
RC: Bueno, aunque existen otras maneras de hacer sociología, para mí esto es esencial. Pienso que es imposible que se pueda comprender el presente sin hacer la historia del presente, simplemente porque el presente no es sólo lo instantáneo, no sólo es lo que ocurre hoy día, sino que en gran medida es el producto de una transformación, y por eso justamente hay una herencia que no se reproduce mecánicamente sino que es transformada.
MET: ¿Sería similar a lo que Pierre Bourdieu denomina habitus?
RC: Me parece que Bourdieu trabaja esto en un plano menos histórico. Si quisiéramos hacer algunas referencias, yo diría que alguien que se acercó mucho a esto es Michel Foucault con su noción de problematización, que grosso modo quiere decir que un problema que se plantea hoy día, no ha surgido hoy día. Hay una historia, hay un inicio, que esto que nos interesa ahora ya comenzó a plantearse en un cierto momento ¿cuándo? No es tan fácil saberlo, pero hay que buscar, porque se ha transformado y hoy día hemos llegado a un momento de ese proceso que sin lugar a dudas no es el final. En todo caso, hacer el análisis del presente es tratar claramente de articular los efectos de innovación, los efectos novedosos a partir de la transformación de una herencia. Es algo que podríamos llamar –si bien la fórmula puede parecer un tanto pedante- que hay actualmente “un diferencial de novedad” que se agarra al presente. Sin embargo, para medirlo y para comprenderlo hay que llevarlo hasta aquello que lo precede, como efecto presente hoy día de un proceso que pudo haberse iniciado hace mucho tiempo. Por ejemplo, intenté mostrar –aunque esto puede discutirse- que las cuestiones de la cesantía y de la desintegración social en Europa occidental comenzaron a plantearse en el siglo XIV con la deconversión. Y lo hice justamente para mostrar que una problematización puede haber comenzado hace mucho tiempo y que las cosas no se han reproducido mecánicamente hasta llegar a la situación actual.
MET: Me parece muy importante en la medida que esto supone una relectura de la historia, me atrevería a afirmar, más sociológica. Entonces, no se trataría de una pura revisión de la historia, sino de volver a tomar los elementos que la historia nos entrega a partir de los fenómenos que nos preocupan. Pero si todos estos problemas inherentes a lo social efectivamente no han nacido hoy día, entonces esa necesidad de indagar en la historia, lo que también acontece en nuestro país ¿nos llevaría a buscar la identidad de un pueblo entonces? ¿No es este un riesgo?
RC: Por supuesto que esto es bastante difícil porque hay muchos riesgos, tal como el de proyectar sobre el pasado nuestras preocupaciones y estrujar la historia en función de lo que nos interesa a nosotros, pero también está el peligro de una cierta desenvoltura con respecto a la historia, cuando sabemos que los datos históricos son muy complejos y que no se pueden manejar desde la simple voluntad de demostración de uno u otro problema de la actualidad. No es fácil hacer este tipo de cosas, sobre todo cuando no se es historiador. A mí me parece que lo que hay que intentar es tener en primer lugar un respeto absoluto por la historia, es decir, que podemos pretender hacer las cosas mejor que los historiadores en el sentido de aportar nuevos datos. Sin embargo, creo, al material histórico se le pueden hacer aquellas preguntas que los historiadores no necesariamente plantearon, por ejemplo esas preguntas que yo mismo me hago, algo durkheimianas8 sobre la integración o sobre la vulnerabilidad, etc., y creo que eso no es necesariamente una proyección que me haga sobre el pasado, por ejemplo sobre la sociedad del antiguo régimen con Vaubin en Europa, donde hay vulnerabilidad, con Vaubin ministro de Luis XIV. En esos libros encontramos un cinturón que aprieta muy fuerte y que podríamos llamar vulnerabilidad. Por supuesto que Vaubin no empleó esa palabra, y pienso que no lo traicionamos retraduciendo en esta contextualización los datos históricos que perfectamente podemos llegar a profundizar mucho más.
MET: Me parece importante releer aquello que se ha estudiado e investigado en otros momentos históricos sobre problemas similares. Pero también recurro a Durkheim y al concepto de anomia que tan completamente desarrolló dialécticamente, intentando conceptuar el problema. Es en dos momentos: en La división del trabajo y en El Suicidio que evocará los “estados de desórdenes” que aquejan a las colectividades humanas cuando se producen cambios económicos que afectan la totalidad de la sociedad. La presión social hace que la satisfacción de los deseos quede inscrita en un marco jerarquizado de categorías. El deseo (como estado de eretismo) no puede aplacarse desde el ideal establecido y se sale de los marcos integradores, dejando además muy claro las fallas de las propias instituciones cuyo fin es el integrar. Queda claro, entonces, que sigue siendo central la cuestión de la integración. Si me refiero a esto es por la actualidad que tienen estos conceptos, si bien -y apunto a lo que ocurre en torno a la situación del suicidio en Chile-, la inestabilidad económica, el temor de un futuro incierto y el miedo a la cesantía, siguen siendo motivos para quitarse la vida. Las variaciones que se advierten tienen que ver más bien con las características morales de nuestra sociedad y tienen algunas diferencias a lo estudiado por Durkheim, pero no en el fondo de su análisis. Por ejemplo, durante los años 2000 y 2001 se suicidaron muchas mujeres, pero se llevaron a sus hijos con ellas, lo que nos lleva a pensar en la dificultad de romper el lazo afectivo que las unía con la vida, y que en otros períodos también les impedía suicidarse. Visto así, abandonar a los hijos les es insoportable. Por otra parte, el aumento de los suicidios de jóvenes nos lleva a interrogarnos sobre la inestabilidad en la que se encuentran tanto a nivel laboral, como educativo y, por ello mismo, familiar. Entonces, cuando queremos estudiar este fenómeno con mayor profundidad, la obra de Emilio Durkheim surge como una excelente herramienta para enfrentar estos hechos. Pero me pregunto con respecto al concepto de anomia ¿Es una nueva forma de anomia? ¿Deberíamos seguir investigando en ese sentido?
RC: Yo pienso en una cierta forma de reproducción, por supuesto que nunca hay reproducción absoluta, como para que se dé una anomia del mismo tipo. Pienso en los estudios de Durkheim que se hicieron en lo que fue el golpe de la modernidad, cuando se estaba saliendo de una sociedad predominante rural, etc, y que había un debilitamiento a causa de la división del trabajo. La sociedad estaba diversificada y en ese caso la gente es más frágil, o sea su integración es más frágil, entonces por eso mismo corre el riesgo de romperse y en ese sentido es que podemos efectivamente hablar de anomia, por lo demás concepto muy cercano a lo que he denominado desafiliación. Grosso modo, creo que se trata de la misma problemática.
MET: Me parece a este nivel que cuando usted dice problematización se refiere a no instalar la inquietud en un punto fijo de la cuestión social, sino al abanico de múltiples problemas que superan diversas fronteras, y así nos encontramos frente a un despliegue de estos procesos de desgracia que son universales, tal como sucede hoy día con el racismo y la xenobofia. Esto me hace pensar en una necesidad de investigaciones comparativas que pudiesen explorar, en un intento comprensivo de lo que acontece en distintos puntos del mundo, de las lógicas que los han hecho posibles y que superan los problemas que en otro momento se han dado entre clases sociales opuestas. Aludo de cierto modo a la investigación de Norbert Elias, cuando muestra cómo la descalificación y la estigmatización modelan las identidades colectivas y las personales, desde el estudio de una pequeña comunidad conformada a su vez por una población más antigua y otras dos más nuevas. El interés de hacer este estudio se inició porque uno de los barrios tenía un porcentaje de delincuencia más alto que los demás, lo que llevó al autor a buscar esas lógicas construidas al interior de un mismo sector. Usted también se refiere a algo similar cuando plantea la metamorfosis de la cuestión social. Pienso hoy día en la profunda estigmatización de la gente más fragilizada, lo que quizás tiene que ver con el miedo a la diferencia que se visualiza en la situación peor que el otro tiene, y que se produce al interior de un mismo sector y no entre las clases sociales. Esto sucede con un importante grupo de peruanos en Chile, que han debido desplazarse para sobrevivir y con los cuales no hay grandes diferencias de color, ni de lengua. Al parecer, se trata de una suerte de racismo que puede dirigirse tanto a los extranjeros como a los más desafiliados.
RC: Si, y podría agregar sobre esto que usted se interroga y podemos ver desde trabajos que muestran las historias de vida, que hay categorías como son, por ejemplo, los jóvenes ante los cuales existe un desprecio profundo y que se distinguen por ejemplo de los clochards (suerte de vagabundo moderno. Hay fenómenos como los que se han dado en Europa occidental, aquí mismo en Francia ha habido un verdadero racismo antiproletariado, y existen textos que son muy claros al respecto y que muestran expresiones como “los bárbaros”, o “los nuevos bárbaros” y sin embargo no se trataba de negros ni de extranjeros. El extranjero es el que aparece ante la gente con otro color de piel, y ante los cuales se organiza un sentimiento racista. Sin embargo, está claro que nos encontramos frente a estas otras formas de racismo.
MET: ¿Eso podría significar que la democracia estaría en peligro?
RC: Puede que sí, aunque tampoco hay que hacer demasiado catastrofismo porque primeramente no se trata de algo nuevo. Si nos referimos a Francia tenemos necesariamente que evocar el racismo y podríamos en primer lugar, retroceder a la época de los vagabundos para darnos cuenta que el racismo no es algo nuevo, y en segundo lugar podemos ver que existen algunas situaciones esperanzadoras, sobre todo por el lado de los jóvenes, entre los que hay una suerte de tolerancia e incluso de mestizaje mucho mayor que en las personas de más edad. Por eso hay que cuidar un análisis que no sea demasiado catastrófico acerca del racismo. Pero yo diría que lo peligroso ocurre particularmente cuando las condiciones económicas y sociales se degradan y entonces sí que hay un riesgo mayor. Pero existe algo sobre lo que hay que reflexionar muy seriamente y que todavía no logramos comprender bien y que es la emergencia del fascismo en Alemania. Cuando Alemania era un país de grandes filósofos, de la música y donde al mismo tiempo una gran mayoría de alemanes eran racistas. Para comprender el fascismo alemán hay que analizar todos los aspectos económicos haciendo también ese tipo de análisis.
MET: Cuando volvemos al problema del racismo en Chile, vuelvo a recordar la brutalidad de la mirada que se da actualmente desde los chilenos hacia los peruanos. Sobre todo cuando se trata de grupos de personas “distintas” supuestamente, que se estacionan instalándose en el centro de la ciudad de Santiago. Ellos pasan a ser no sólo despreciados, sino que vienen a hacer parte de los sospechosos por los que se preocupa toda un política. Me refiero a que también vienen a ser los que indica la tolerancia Cero, con la especial vigilancia de una serie grupos como los jóvenes, los vendedores ambulantes, los niños de la calle y los “malos” extranjeros (no turistas) que molestan a los ciudadanos normales que se sienten cada vez más “inseguros” por todas estas presencias. Si me refiero a esto es porque he podido observar que en Francia se vive hoy día, en un ambiente pre-electoral, todo un clima de inseguridad. ¿Qué piensa usted al respecto?
RC: Sí, se comienza a hablar de eso y al respecto me permito un pequeño dato comparativo. Acerca de los problemas de la inseguridad en Francia actualmente, podemos decir que la campaña electoral va a jugarse sobre el tema de la inseguridad. Aquí yo no conozco otros problemas como en otros países, salvo lo que pasa en Argentina, es decir que no hay medida común para avanzar en estas cosas, aunque usted conoce legítimamente lo que acontece en Chile. Pero en un país como Francia, creo que existe un etnocentrismo francés-europeo de colocar en el mismo plano cuestiones que se dan en otras partes y que a veces pueden tener características similares, y en ese sentido se sitúa lo que usted señala, pero no existen sociedades de “riesgo Cero” y en ese sentido tampoco existen políticas de “riesgo Cero”. Obviamente que hay que preocuparse por los problemas de la inseguridad y sobre todo en los barrios llamados difíciles, en los barrios pobres, y en todo lo que sucede en la calle. En Francia el problema es distinto y no es comparable con los que pasa en otros países. Quizás podamos conversar de ello más adelante, con otros elementos y en Chile, donde seguramente estaré a comienzos del próximo año.
París, Febrero 2002

martes, 12 de febrero de 2008

sábado, 10 de noviembre de 2007

Cumbre por la Amistad e Integración de los Pueblos Iberoamericanos


MANIFIESTO DE SANTIAGO

Reunidos en Santiago de Chile, los días 8 y 9 de noviembre de 2007, en el marco de la Cumbre por la amistad e integración de los pueblos iberoamericanos, los representantes de organizaciones sociales, políticas y culturales, de pueblos originarios, entidades académicas, artísticas y ciudadanos en general, hemos debatido, en un marco de pluralismo y respeto, las contradictorias realidades de nuestra región y concordado acciones que permitan avanzar hacia la democratización, unidad, soberanía y autodeterminación de nuestros pueblos y naciones.EL NUEVO PROTAGONISMO SOCIALConstatamos, esperanzados, el resurgimiento de un extendido protagonismo de los movimientos sociales, y fuerzas políticas progresistas cuyas luchas articuladas, cada vez más amplias y persistentes, han influido decisivamente en la elección –en diversos países– de gobernantes afines y sensibles al gran ideario de emancipación, unidad e integración latinoamericana, impulsando procesos de cambio en la región, que valoramos como un avance de gran proyección histórica.Ya podemos hablar de futuro y diseñar estrategias basadas en la solidaridad y la cooperación de nuestros pueblos, porque tenemos presente y evocamos, hoy, a líderes y movimientos que ayer derrocharon heroísmo y tenacidad inconmensurables. Lo decimos desde Chile, donde la codicia entró con la espada y la cruz para aplastar, después de 300 años, la resistencia ejemplar del pueblo mapuche; a 100 años de la masacre de trabajadores chilenos, peruanos, bolivianos, argentinos y españoles en la Escuela Santa María de Iquique. En este país, donde las empresas transnacionales activaron la maquinaria militar y financiera del imperio para derrocar al Presidente Constitucional Salvador Allende e impedir su proyecto de transformaciones sociales y de unidad latinoamericana; donde las bayonetas sirvieron a la plutocracia y al capital extranjero para entronizar un modelo neoliberal que se traduce en la extrema concentración de la riqueza, la exclusión social y política de las grandes mayorías, donde los poderes fácticos y el gran capital han pasado a controlar la política, los medios de comunicación y la institucionalidad.La nueva realidad política del continente y sus promisorias perspectivas reconoce una multiplicidad de vertientes sociales, culturales e ideológicas que adoptan originales métodos y estructuras, diversos lenguajes, formas de lucha y propuestas programáticas. En esa diversidad, antitesis del dogmatismo, sectarismo y hegemonismo, radica su fuerza y su legitimidad histórica.A partir de las demandas por la protección del eco sistema, la defensa de la tierra, los territorios y los derechos de los pueblos originarios, el rechazo a la expoliación y enajenación de nuestros recursos naturales, las reivindicaciones de los trabajadores, el rechazo a la expropiación de los ahorros previsionales, la denuncia de las bases militares estadounidenses en sectores estratégicos del continente, la defensa de los derechos humanos, el fortalecimiento del rol del Estado en los emprendimientos productivos y para garantizar el derecho ciudadano a la Salud, Educación y Vivienda, Trabajo y Previsión, contra la discriminación de la mujer y los adultos mayores, por los derechos de la juventud y otros sectores avasallados por las políticas neoliberales, los movimientos sociales avanzan hacia propuestas políticas unitarias ante los grandes problemas nacionales y contribuyen a levantar una nueva alternativa que permita a Latinoamérica y el Caribe intervenir con fuerza propia en los candentes problemas que afronta la humanidad.Por lo mismo es que rechazamos aquellas prácticas que buscan atomizar a las organizaciones sociales subordinándolas como insumo de políticas estatales funcionales que apuntan a perpetuar el modelo económico e institucional.Los movimientos sociales ya no se conforman con cambios cosméticos sino plantean un rechazo total al actual modelo de dominación económica, política y cultural que implica la comercialización de todos los ámbitos de la vida pública y personal y el ánimo de lucro como supremo valor de una sociedad que percibe a cada individuo como rival del otro. Lo anterior, en consonancia con la crítica que hacen los pueblos, a nivel mundial, a la globalización depredadora y a la guerra como solución a los problemas de la humanidad.Por su parte, las fuerzas políticas que buscan alternativas al sistema imperante, tienen el desafío de encontrar nuevas formas de interlocución y complementación con las luchas sociales, en el entendido que ambas esferas se retroalimentan y se necesitan.UNA INTEGRACIÓN DESDE LOS PUEBLOS Y PARA LOS PUEBLOSEntendemos la integración regional como un proceso de enriquecimiento mutuo, de potenciamiento de nuestras fortalezas, de nuestra capacidad de intercomunicación con el mundo, partiendo del reconocimiento del ser humano a cuyo bienestar y felicidad deben subordinarse todas las políticas públicas.En la forja del futuro de América Latina y el Caribe, podemos construir ciudadanía con lo mejor de cada pueblo y cultura que la compone. Su integración debe darse desde la misma base social, partiendo de las siguientes premisas esenciales:· La recuperación de los recursos naturales, mineros, hídricos, pesqueros, forestales y energéticos; la reforma agraria y la soberanía alimentaria como procesos que salvaguarden la participación y los intereses de los pueblos y naciones.· La integración energética en armonía con el medio ambiente.· Los acuerdos de integración económica deben poner el acento en las múltiples formas de economía solidaria, protegiendo el rol de la micro, pequeña y mediana empresa.· Este proceso admite múltiples modalidades institucionales en el ámbito sectorial y territorial, con diversos grados según la realidad de cada región. En tal sentido, apoyamos el surgimiento de instrumentos tales como el ALBA, Banco del Sur y otros, que son expresión de la voluntad integradora de nuestros pueblos.· La lucha democrática debe fortalecer los procesos constituyentes y la creación de una nueva institucionalidad que considere el rol protagónico del movimiento sindical, de los trabajadores de la ciudad y del campo, de los pueblos indígenas originarios y del conjunto de las fuerzas sociales. En ese contexto, saludamos la aprobación, por parte de las Naciones Unidas, de la Declaración Internacional sobre los derechos de los pueblos indígenas.· El desmantelamiento de los mecanismos de opresión que conjugan edad, clase, sexo, género y etnia.· La activa solidaridad con los pueblos y gobiernos que construyen caminos alternativos al capitalismo neoliberal. En este sentido, denunciamos al gobierno de Estados Unidos por su constante satanización y criminalización de las luchas sociales y sus actividades de agresión y hostigamiento a los gobiernos que adoptan el rumbo de la emancipación popular.· El respeto y reconocimiento a las culturas y autonomías de las comunidades originarias.· La resolución de los conflictos históricos entre las naciones, la reducción de los presupuestos bélicos, el desarme proporcional y progresivo en todos los países de la región para reorientar estos recursos a las necesidades de salud y educación.· El libre tránsito de las personas y sus derechos migratorios.Nuestros pueblos están en capacidad de unirse a pesar de la diversidad geográfica, étnica, cultural y política, para imaginar y construir otras soluciones para este único mundo. Sabemos que esta lucha se enfrenta a enemigos carentes de escrúpulos, cuya voracidad y hegemonismo han significado enormes tragedias para nuestros pueblos. Aún así, tenemos fe en la justicia de nuestros postulados y nos hacemos cargo de las grandes epopeyas que a lo largo de cinco siglos nos han permitido avanzar hacia la condición de pueblos dignos, sujetos de nuestra propia historia.
Enviado por: Lucio Cuenca

viernes, 26 de octubre de 2007

SOBRE LA VERACIDAD DE LAS CIFRAS DE LA CASEN

De: COMUNICACIONES FSP [mailto:comunicaciones@fundacionpobreza.cl]
Enviado el: Miércoles, 24 de Octubre de 2007 17:55
Asunto: SOBRE LA VERACIDAD DE LAS CIFRAS DE LA CASEN

24 de octubre 2007

Ante declaraciones hechas por dirigentes políticos, sobre los resultados de la pobreza de la CASEN, la Fundación para la Superación de la Pobreza considera que es su responsabilidad señalar lo siguiente:
  • La medición de la pobreza por ingresos es una de las estrategias más difundidas para evaluar el desarrollo social alcanzado por los países y existen diversas maneras de cuantificar la pobreza por ingreso. Cada una de éstas da resultados diferentes. No se trata de que unas sean falsas y otras verdaderas. Incluso, los especialistas enfatizan en la complementariedad entre estos distintos tipos de medición, más que en la sustitución o competencia de unos sobre otros. Todos contribuyen a develar ámbitos específicos de la realidad de la pobreza.
  • Con todo, el método vigente tiene ciertas especificidades que sugieren su actualización periódica. Los cambios sociodemográficos, sumados a los procesos de modernización y globalización, han provocado transformaciones tanto en las necesidades como en sus satisfactores básicos.
Este tema ha sido planteado por la Fundación para la Superación de la Pobreza desde la publicación del Informe de Mínimos Sociales (1999), donde se propone actualizar la medición de insuficiencia de ingresos. En el año 2005, la institución publicó “Umbrales Sociales 2006” que contenía un capítulo completo dedicado a la actualización de la línea de pobreza. Dicha propuesta fue entregada a los cuatro candidatos a la Presidencia de República (de la época), y fue acogida favorablemente sin excepción. Con ese acto la FSP buscó ganar voluntades para establecer un nuevo mínimo de ingresos en el país, por debajo del cual, ningún chileno o chilena debiera vivir.
Sobre los criterios y ensayos de actualización que la FSP impulsó, cabe manifestar lo siguiente:
  • Existen muchas formas de realizar la actualización de satisfactores de la Canasta que mide Pobreza por ingresos. El ejercicio realizado por la Fundación representa una alternativa posible (la cual no coincide completamente con la metodología oficial). Es menester advertir que este trabajo debe asumir novedades metodológicas que desde 1990 a la fecha se han elaborado sobre este método de medición: falta, por ejemplo, analizar las economías de escala y la actualización de los factores del mundo rural y regional.
  • El propósito del trabajo de la Fundación ha sido contribuir al debate. No se entregaron nuevas estimaciones de pobreza, evitando que el tema fuera tratado sin un diálogo que permita un acuerdo técnico-político sobre un indicador de tanta relevancia para el desarrollo del país.
  • La Fundación ha recomendado que éstos y otros desafíos técnicos fuesen discutidos en el marco de un Comité País liderado por Mideplan y asesorado por CEPAL, donde además se invitara a participar a entidades públicas, instituciones académicas y representantes de la sociedad civil, para que - de forma conjunta - asesoraran y entregaran la mayor legitimidad al nuevo indicador.
La Fundación ha recomendado que éstos y otros desafíos técnicos fuesen discutidos en el marco de un Comité País liderado por Mideplan y asesorado por CEPAL, donde además se invitara a participar a entidades públicas, instituciones académicas y representantes de la sociedad civil, para que - de forma conjunta - asesoraran y entregaran la mayor legitimidad al nuevo indicador.
Así, nos parece adecuado que el tema (la necesidad de actualizar la CSNB) se haya instalado en el país y que se busquen fórmulas para acometer con éxito sus desafíos técnicos y políticos. En esa dirección, hace algunas semanas atrás la Ministra Clarisa Hardy comprometió la actualización de la CSNB a partir de los datos que proporcionará la VI Encuesta de Presupuestos Familiares. De este modo la próxima CASEN entregaría datos de pobreza a partir de patrones representativos del consumo de los chilenos. Esperamos que esta agenda de trabajo se cumpla a cabalidad..

Rodrigo Jordan
Pdte. Fundación Superación de la Pobreza
Santiago, 23 de Octubre de 2007

miércoles, 8 de agosto de 2007

Concurso de Becas 2007 "Producción de pobreza en América Latina y el Caribe"

Programa CLACSO-CROP de Estudios sobre Pobreza
Objetivo.
La presente convocatoria apunta a seleccionar propuestas de investigación que aborden la problemática de la producción / repro ducción de pobreza desde una perspectiva multidisciplinaria. El concurso está abierto para investigadores de toda la región y se promueve, particularmente, la participación de cientistas sociales centroamericanos y caribeños. (ver convocatoria ampliada)
Becas.
Se adjudicarán hasta un máximo de doce (12) becas a investigadores/as jóvenes (no mayores de 35 años) y hasta tres (3) bec as a investigadores/as de nivel superior de América Latina y el Cari be para facilitar la realización de un trabajo de investigació ;n por un período de 10 meses.
Montos.
Se otorgarán US$ 5.000 en la categoría jóvenes y US $ 10.000 en la de nivel superior. Las becas sólo serán adjudicadas a nuevos proyectos individuales susceptibles de ser terminados en el plazo arriba mencionado. Cada investigador/a sólo podrá participar con una propuesta en cada concurso de este Programa.
Cierre de inscripción.
El plazo para la recepción de las solicitudes en la sede de la Secretaría Ejecutiva de CLACSO vence indefectiblemente el viernes 19 de o ctubre. El Jurado Internacional se reunirá en el mes de noviembre para evaluar las presentaciones y el dictamen final será dado a conocer ese mismo mes. Quedamos, como siempre, a vuestra disposición.
Saludos cordiales.
Programa CLACSO-CROP de estudios sobre pobreza en América Latina y el Caribe
Consejo Latino americano de Ciencias Sociales - CLACSO
Av. Callao 875 , 3er. Piso CP C1023AAB, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina.
Tel.: (54-11) 4814-2301/4811-6588Fax: (54-11) 4 812-8459.

viernes, 23 de marzo de 2007

Marco metodológico del Estudio sobre Identidad y Pobreza en el sector de Pedro de Valdivia, Temuco.

CAPÍTULO 3.- DISEÑO METODOLÓGICO PARA LA INVESTIGACIÓN (documento de trabajo)*.
Francisco J. Cabellos M.**
Pamela A. Luna B.***

Tipo/nivel de investigación

Se ha considerado un marco exploratorio de investigación ya que no existen antecedentes previos relevantes sobre estudios enfocados desde la perspectiva de las Nuevas Identidades Colectivas - como la Identidad Glocal propuesta en este estudio - en contextos pobres de la región de la Araucanía o la ciudad de Temuco. Como se ha establecido en el planteamiento del problema, la región se ha mantenido en forma consistente como la más pobre del país, habiendo modificacado sus índices en magnitudes significativamente menores que las demas regiones, demostrando con ello la ineficacia de las políticas y programas implementados. Como alternativa que ilumine la discusión e ideación de la política y programática para abordar la pobreza se propone un tipo de Nueva Identidad Colectiva. Esta nueva forma de entender la identidad reconoce los profundos cambios sociales, culturales, económicos y psicosociales acaecidos en los ultimos 30 años en la sociedad chilena y regional, y restablece la preminencia de distinciones socioculturales y psicosociales por sobre distinciones económica y sociológicamente estructurales. En esta cualidad radica su capacidad de alternativa ya que se aparta del abordaje socioeconómico, estructural y cuantitativo de la discusión e intervención en pobreza.
La relevancia que ha recuperado el concepto de Identidad luego de cierto descrédito por su tradicional concepción monolítica, escencialista y estática, se debe a que se ha reconceptualizado como una instancia discursiva, de naturaleza simbólica, construida en un marco de relacione sociales, multiples, simultanes y discontinuas. Esto es lo que puede observarse en los estudios sobre nuevos movimientos sociales en los que identidades étnicas, sexuales, gremiales, juveniles, territoriales, etc., emergidas en el contrexto del nuevo orden global, son visibilizadas y coherentemente conceptualizadas gracias a estas nuevas perspectivas sobre la naturaleza de la identidad. En el contexto nacional puede refereirse al estudio “Chile: Identidad e Identidades”, desarrollado desde 2003 hasta 2005 por Bengoa y del cual ha sido editado un número completo de la revista Proposiciones, el último, nº 35, de Marzo de 2006. Desde una perspectiva emparentada conceptualmente con la sostenida en este estudio se ha desarrollado investigaciones relativas a Identidades Urbanas, Identidades Regionales, Identidades Juveniles e Identidades Étnicas a lo largo de todo el país.
En todos estos estudios se entiende de forma transversal la identidad en base a ciertos rasgos: no es estática, sino dinámica; y avanza a partir de choques, fragmentos y retazos que van siendo incorporados en otros sistemas mediante el uso del discurso y la acción. A partir de la constatación de la fragmentación propia del orden social global y su necesidad inevitable surge el concepto actual de Identidad, interfase discursiva que integra partes, articula fragmentos, organiza sentido en lo complejo (Bengoa, 2006).

Diseño

En términos operativos, atendidas las cualidades antes especificadas para la variable Identidad, se ha considerado pertinente un diseño cualitativo / comprensivo. Las diferencias propias de este paradigma con relación al que sustenta diseños cuantitativos - como las descritas en el cuadro siguiente (Pedone, 2000) – justifican esta desición.

Dualismos identificados entre métodos cualitativos y cuantitativos por Hammersley

Métodos Cualitativos Métodos Cuantitativos
Datos cualitativos Datos cuantitativos
Escenarios naturales Escenarios experimentales
Búsqueda de conocimiento Identificación de comportamiento
Rechazo a la ciencia natural Adopción de la ciencia natural
Aproximaciones inductivas Aproximaciones deductivas
Identificación de patrones culturales Consecución de leyes científicas
Perspectiva idealista Perspectiva realista
Entrevistas cualitativas Mediciones cuantitativas (cuestionarios)
Muestra de tamaño pequeño Muestra de tamaño amplio
Entrevistas extensas Mediciones pequeñas
Muestreos no-aleatorios
Muestreo aleatorio

Fuente: Winchester, H. (1996), p. 119.

Tanto datos relativos a Identidad como a Pobreza son eminentemente discontinuos, nominales, de naturaleza discursiva, producidos sólo en contextos naturales, nunca en escenarios controlados o experimentales, por lo tanto emergentes, nunca predecibles, producto de una busqueda y no de una corroboración, para cuya producción y análisis no resultan instrumentales los métodos y técnicas de la ciencia natural, fundamentalmente cuantitativa y positiva, requiriendose de coberturas poblacional y territorialmente pequeñas y deliveradamente direccionadas, a partir de las cuales pueda implementarse proceso extensivos de análisis. Todas estas cualidades corresponden en forma significtivamente más coherente con diseños cualitativos que con diseños cuantitativos, los que poseen cualidades definitivamente incompatibles con los propósitos del estudio tanto como con la naturaleza de las variables involucradas en él.
Más aun, un estudio sobre Identidad y pobreza como el presente corresponde ampliamente con lo que ontológicamente constituye a los métodos cualitativos, dentro de lo que se cuenta como objeto de estudio una realidad que comprende, según Valdés (2006), aspectos como los siguientes:
1. La vida diaria, con su complejidad e incertidumbre, ocurre en contextos que son naturales, es decir, tomados tal y como se encuentran, más que reconstruidos o modificados por el investigador, en los que los seres humanos se implican e interesan, evalúan y experimentan directamente (LeCompte, 1995). Ese ambiente natural, más que un escenario o telón de fondo, es un producto directo y cambiante de la interacción social (Dos Santos Filho, 1995).
2. Esa vida humana, como objeto de conocimiento, supone un componente objetivo (contexto natural) y otro subjetivo (significados atribuidos por los actores). Mas, lejos de tratarse de dos componentes diferentes, ambos se imbrican profundamente entre sí, al punto de no poderse separar ni siquiera para efectos metodológicos. El ser humano concreto viene a ser una síntesis de la sociedad (Ferrarotti, 1983). Esa sociedad (tradiciones, roles, valores, normas) es internalizada por el ser humano e integrada en estructuras de razonamiento, normas, valores, que todos asumen como algo connatural que se manifiesta en el comportamiento (Pérez Serrano, 1998).
3. La vida humana no es sólo lo que es ahora, sino lo que podría ser en el futuro, el proyecto, lo dado dándose (Zemelman, 1989; 1992). Los humanos, como seres hablantes, son constructores de mundos imaginarios y simbólicos, no sólo con lo actual, sino con lo virtual, lo posible (Ibáñez, cit. por Valles, 1997). En este sentido, los sujetos pueden comprenderse como sujetos y autores (Dos Santos Filho, 1995).
4. La vida humana es lenguaje, en el sentido de que se articula a través del diálogo. Esto implica reconocimiento y aceptación del otro, una comunicación horizontal, en igualdad de condiciones. La realidad supone la interpretación que dan de los actores de los procesos sociales (Elliott, 1990), de modo que para desentrañar esa realidad hay que comprender en profundidad los grupos humanos desde sus actores (Goetz y LeCompte, 1988).
5. La vida humana es un proceso de transformación permanente, por medio de la acción negociada de los seres humanos. La realidad es socialmente construida por medio de definiciones individuales y colectivas de la situación (Taylor y Bogdan, 1990), articulándose bajo un sistema compartido de significados (Rusque, 1999).
6. La aceptación de la verdad como subjetiva y relativa, el reconocimiento de los cambios y la aceptación de la teoría del conflicto (Dos Santos Filho, 1995).
En síntesis, tal como señala Dávila (1994) “a diferencia del diseño cuantitativo (en el que las hipótesis iniciales y arbitrarias marcan su desarrollo-siempre secuencial-) en el cualitativo…el mundo simbólico capturado mediante discursos no se circunscribe en modo alguno a premisas previamente formalizadas para su ulterior verificación…todo se encuentra [determinado] por el objetivo final; son los objetivos los que marcan el proceso de investigación cualitativa, dado que ceñirse a hipótesis previas no haría sino constreñir el propio análisis. En la investigación cualitativa se pretende la determinación dialéctica del sentido, mediante la operación de desentrañar significados siempre en relación con los objetivos delimitados” (pp. 77).
El diseño cualitativo a diferencia del cuantitativo es abierto en lo que concierne a la selección de participantes – actuantes en la producción del contexto situacional así como en lo que concierne a la interpretación y análisis - ya que tanto el análisis como la interpretación se conjugan en el investigador, que es quien integra lo que se dice y quien lo dice. Refiriendo a Ibáñez, Dávila (1995) señala el hecho que “en la investigación cualitativa el investigador es el lugar donde la información se convierte en significación y en sentido, dado que la unidad del proceso de investigación, en última instancia, no está ni en la teoría ni en la técnica – ni en la articulación de ambas – sino en el investigador mismo” (pp. 77). En el caso de diseños cuantitativos, su carácter cerrado deriva de la medida en que su rutinización es parte de su apuesta formal. Tal como plantea Dávila (1995), por ello su exigente protocolización y su pretensión de ser reproducible en todos los extremos. “Su modelo es algorítmico, pues admite que la existencia de una serie de instrucciones no equívocas susceptibles de ser formuladas, transmitidas y seguidas correctamente – serie a la que se le denomina algoritmo – permite la reproducción exacta de una experiencia, por lo que forma parte esencial de sus actividades el control de todo aquello que el algoritmo contiene en previsión de que el proceso referido funcione mal” (pp. 77).
En términos operativos, plantea Valdez (2006), la investigación cualitativa desarrolla sus procedimientos atendiendo a los siguientes aspectos:
1. Extraen descripciones a partir de observaciones que adoptan la forma de entrevistas, narraciones, notas de campo, grabaciones, transcripciones de audio y vídeo cassettes, registros escritos de todo tipo, fotografías o películas y artefactos (LeCompte, 1995). Produce datos descriptivos, a partir de las propias palabras de las personas, habladas o escritas, y la conducta observable (Taylor y Bogdan, 1990).
2. Le interesa más lo real, que lo abstracto; lo global y concreto, más que lo disgregado y cuantificado (LeCompte, 1995).
3. El proceso es fundamentalmente inductivo, en el sentido de que va de los datos a la teorización, por medio de técnicas de codificación y categorización, empleando la lógica inclusiva, formal o dialéctica (Glasser y Strauss, 1967; Strauss y Corbin, 1994; Strauss y Corbin, 1998).
4. El investigador cumple a la vez los roles de observador y participante (Rusque, 1999).
5. El proceso es abierto y flexible, porque se mueve en la ambigüedad, en la incertidumbre (Strauss y Corbin, 1998).
6. Implica comprensión mediante la experiencia, la interpretación como método prevaleciente, el trato holístico de los fenómenos, la construcción de conocimientos (Stake, 1999).

Técnicas

Como planteara Beltrán (1990), a propósito del estatus ontológico y metodológico antes reseñado, la renuncia a la ilusión de la transparencia del lenguaje constituye el objeto de la investigación social, en el contexto de una comprensión de éste como instrumento. En este sentido, “la negación al lenguaje de su condición de dado, su cuestionamiento, implica una ruptura epistemológica que constituye el método cualitativo. [Citando a Ibañez señala que] así como la ruptura estadística intenta ir a las cosas mismas, a los hechos desnudos, traspasando la ideología que la cosa traía, la ruptura lingüística descontruye la noción ideológica para reconstruir con sus fragmentos un concepto científico (la ideología es su materia prima, la materia sobre la que trabaja: y que des construye para re construir una ciencia). De esta forma el propio discurso se constituye en el objeto privilegiado de la investigación: el lenguaje no es sólo un instrumento para investigar la sociedad, sino el objeto propio del estudio; pues, al fin y al cabo, el lenguaje es lo que constituye o al menos es coextensivo con ella en el espacio y en el tiempo” (pp.39-40).

Grupo de Discusión

De acuerdo con Canales y Peinado (1995), en el paradigma de la investigación cualitativa se reconoce que toda práctica social necesita del discurso, de una organización particular de sentido, el cual, a su vez, ha de desconocerse a si mismo como práctica. En este marco uno de los médios mas característico es el llamado “Grupo de Discusión”, definido por Ibañez, según Beltrán (1990), como una “confesión colectiva” que deja inmediatamente de serlo o parecerlo, ya que el sujeto del enunciado deja de ser el sujeto de enunciación.
El grupo de discusión desconstruye los componentes semánticos de producciones discursivas concretas, recogidas mediante la técnica, para mostrar su estructura (Canales y Peinado, 1995). “Ésta [la estructura] no equivale nunca a la producción semántica conciente (las hablas individuales de los participantes en los grupos, las opiniones; a estas realizaciones concretas de un discurso las denominaremos textos). [Más aún,] la estructura de una producción lingüística cualquiera – lo que denominaremos simplemente discurso, que vendría a equivaler, por tanto, a discurso social – muestra un campo semántico que define qué elementos son incluidos como pertinentes y sus relaciones recíprocas, de carácter siempre jerárquico o hipotáctico; y, por oposición, como en toda estructura, que elementos excluye, que relaciones no acepta” (pp. 288). En consideración de estas características, el trabajo de análisis no supone la mera aceptación acrítica de los enunciados de un observador interno; por el contrario, el análisis del discurso requiere la confrontación previa de varios observadores internos, entre sí, y de estos con el observador externo, quien vendría a realizar una reducción crítica de los contenidos emic[1] presentes en la producción discursiva del grupo de discusión (Canales y Peinado, 1995).
Para Ibañéz (en Beltrán, 1990) en el grupo de dicusión se dan dos niveles de discurso: uno primero o empírico, en el que el grupo se manifiesta, y otro segundo o teórico, que habla del discurso de primer nivel y que permite interpretarlo o analizarlo. “La interpretación es una lectura: tiende a decifrar lo que la realidad dice – como si la realidad hablara -. El análisis es una escritura: desconstruye el discurso (ideología) de la realidad, reconstruyendo con sus piezas otro discurso” (pp.40). La discusión que se produce en el grupo con motivo de la provocación o acicate del investigador convierte en objeto de conocimiento la ideología del grupo de una forma peculiar: así como la encuesta – expresión de los principios del paradigma cuantitativo - no traspasa el contenido de la conciencia, el grupo de discusión explora el inconciente (Ibañez, en Beltrán, 1990).
En lo operativo, plantea Ibañez (1990), el proceso de investigación está regulado por la estrategia del sujeto de la investigación, la que no deja de operar en todo el proceso, estableciendo la investigación como un proceso de encuentro, en el que se promueve la exposición de los hablantes y su ideología a través de sus discursos, para lo que es necesario regular la libertad del investigador estableciendo ciertas fronteras espacio temporales.
En términos espaciales sólo puede reunir a un número de participantes de entre 5 y 10 ya que el número de canales de comunicación crecen a razón geométrica frente a un incremento aritmético de participantes: el límite superior está dado en base a consideraciones cuantitativas; cuando hay 10 personas existen cuarenta y cinco canales potencialmente activables, los que resultan exesivos si funcionaran al mismo tiempo. El límite inferior en tanto, está dado en base a consideraciones cualitativas; cuando existen 4 personas se arriesga la representación edípica del nucleo social primario compuesto por padre, madre e hijo(a), al que se suma el tio(a) como “embrague” con el macrogrupo. Para saturar todas las relaciones es preciso un grupo de al menos 4, en el que se actue con máxima tensión, todos participando todo el tiempo; con 5 hay ya redundancia (Ibañez, 1990).
En términos temporales, el grupo no puede existir antes ni después, durando no más de 90 minutos. El tiempo de la discusión ha de cubrir la intersección de los segmentos de ocio de los participantes, por eso su limitación. Especial dificultad presenta la puntuación del comienzo y el final. El comienzo viene puntuado por la convocatoria, que delimita el aquí y el ahora del comienzo. El final podría ser puntuado por el preceptor o por el grupo, lo que resulta conflictivo ya que en la medida que es puntuado por el preceptor supone que el consenso del grupo depende del acuerdo de éste, en tanto que de ser puntuado por el grupo supone que el consenso depende del acuerdo entre sus integrantes, lo que puede tomar un tiempo indeterminado. Atendidas estas implicaciones resulta operativo y metodologicamente eficaz informar al principio de la duración aproximada del grupo para evitar descanzar la puntuación de inicio y final en el grupo o el preceptor. Además, en esta medida tambien se precipita en el grupo la urgencia del concenso (Ibañez, 1990).
El preceptor, que domina el grupo en tanto asigna espacio y delimita tiempo, lo performa en la medida que lo organiza y ubica en el espacio. Así, el grupo toma cuerpo, de acuerdo a Ibañez (1990), en dos formas: biológicamente, ya que el grupo es un cuerpo de cuerpos, para formar un grupo hay que seleccionar los cuerpos de los aprticipantes y fundirlos parcialmente, sincronizarlos biosocialmente; y ecológicamente, ya que se forma en un territorio, un espacio en el que se produce la sincronización biosocial, el que no es conquistado por el grupo sino que asignado (mientras dura el trabajo).
Los participantes, en tanto, son seleccionados en base a dos operaciones: determinación algebraica y contacto concreto mediante redes topológicas.
La determinación algebraica implica restablecer, por un lado, las clases de participantes a considerar y su distribución en grupos. Con relación a los participantes lo que se propicia es una muestra estructural, basada en relaciones y no en elementos, como las muestras distributivas, centradas en la continuidad de y entre términos; por el contrario, una muestra estructural se centra en las discontinuidades, vacios, huecos o límites espaciales (zonas polarizadas, extremos y frentes) y temporales (fases de transición, crísis o cambio). Por otro lado, los grupos también poseen fronteras internas y externas, las que pueden ser más o menos porosas y pueden flutuar entre relaciones de inclusión - en lo que lo común es lo vinculante y ya se encuentra comunicado, implícito - y relaciones de exclusión - en lo que nada es común ni se encuentra comunicado, se encuentra implícito -. Sólo hay comunicación en una instancia de intersección: hay elementos comunes, que facilitan la identificación, y hay elementos no comunes, que activan la comunicación. En nuestra sociedad hay relaciones de exclusión que a nivel micro se representan en las relaciones padre / hijo, lo que ejemplifica la restricción de integrar en un mismo grupo personas generacionalmente muy distantes. Asimismo, a nivel macro se representan en las relaciones propietario / proletario, lo que ejemplifica la restricción de integrar en un mismo grupo personas sociocultural y económicamente muy distantes (Ibañez, 1990).
El contacto topológico, la otra operación involucrada en la selección de participantes, cuya función es traer los participantes al grupo, implica la utilización de redes de relaciones, de comunicación. Estas redes pueden ser naturales o artificiales, construidas por el proceso de investigación, y contener relaciones asimétricas o simétricas – coherentes o no con el orden instituido -. La encuesta, ícono de los métodos cuantitativos, como la policia, abre sus propias redes irrumpiendo en la intimidad en el momento y por el camino más inesperados, en tanto que el grupo de discusión utiliza redes preexistentes (familiares, vecinales, laborales, etc.). Esta maniobra abre las propias redes de los sujetos y permite revelar el poder detentado y ocultado ante otro, en este caso el preceptor / investigador. Los participantes deben creer que juegan en su propio terreno no en el del preceptor / investigador (Ibañez, 1990). En este sentido, dos condiciones resultan instrumentales a la gestión de esta operación: que los participantes no estén ligados de ninguna forma ni con el preceptor ni entre sí y que la red se rompa por la introducción, mediación, de un profesional entre los participantes y el preceptor – que generalmente es el que selecciona y convoca a los sujetos –. De esta forma, como plantea Ibañez (1990), se rompen los flujos de deuda sin lo cual los participantes estarían ligados al preceptor.
Un último aspecto a considerar es el carácter de la activación de esta red topológica. Cuando se hace por parte de sujetos con ascendencia o gradientes de poder superiores a los convocados se establece una red asimétrica, que tiende a establecer cierto orden pre establecido a la dinámica del grupo, como cuando ocurre que quien convoca a los trabajadores, por ejemplo, es el jefe. Asimismo, cuando la convocatoria se hace por parte de un igual para abordar temas del orden establecido se constituye una red simétrica, más o menos neutral, como cuando ocurre que un vecino convoca a pares para hablar de participación política. Cuando la activación de la red se produce por convocatoria entre iguales pero para asuntos no coherentes con el orden establecido para organizar la dinámica cotidiana de éstos se constituye una red simétrica, pero con tendencia a producir desorden en el grupo. Consideradas todas estas posibilidades cualquier contenido vale, pero hay que tener en cuenta el efecto producido en la red (Ibañez, 1990).
Otro asunto operativo se relaciona con el territorio asignado al grupo para constituirse, el que tiene un valor ecológico y otro semiológico. En el primer sentido, el lugar de reunión es, en términos de Ibañez (1990), un símbolo uterino: el grupo desea, en lo imaginario, un recinto cerrado hacia fuera – discontinuo con el exterior – y abierto hacia el interior – continuo por el interior -. Así puede desplegar sus fantasias de regreso a la madre y borrar las diferencias entre los miembros, cada uno sería identico a sí mismo – no cambia – e idéntico a otro – es permutable con él -. En el sentido semiológico, los locales donde se puede reunir un grupo tienen una marca social que los valora positiva o negativamente. En la medida que los lugares son de uso mas general y libre para toda clase de sujetos, como bares, hoteles, estadios, parques, etc., mas neutro es su impacto semiológico.
Una vez constituido el grupo el investigador o “preceptor” propone la cuestión a discutir, absteniéndose después de toda intervención, salvo las estrictamente necesarias para catalizar o direccionar la discusión, proceso que es registrado en variados medios para su análisis posterior (Beltrán, 1990).
Aspectos relevantes del proceso, que en el plano discursivo y al introducir la dimensión temporal se hace histórico, lo constituyen el escenario – personajes (preceptor, miembros del grupo y el propio grupo) y relaciones – y la escena – actuación de esos personajes en la “obra” -. En este marco, las relaciones entre preceptor y miembros fluctuan entre la transferencia[2] de uno hacia otro. En el grupo de discusión la transferencia no se reabsorbe, transita de transferencia al preceptor a transferencia al grupo. El preceptor no deja su rol pues le mantiene como preceptor. Al comienzo de la reunión se suele dar transferencia al preceptor; el silencio de éste gatilla la interpelación del grupo, hecho que demuestra su dependencia inicial. Transcurrida la discusión la transferencia migra hacia el grupo: en vez de buscar el acuerdo del preceptor, del otro, los miembros lo buscan en el grupo, tratan de ponerse de acuerdo entre ellos (Ibañez, 1990). Cabe señalar, sin embargo, que la fusión de grupo nunca se alcanza ya que esto implicaría que el grupo tomara la palabra, lo que no ocurre porque el grupo de discusión es efímero y es objeto, tanto como tambien por la coexistencia en ese marco de una comunicación dual y circular: cada uno intenta que el consenso del grupo refleje su posición individual, sirviendo la comunicación a un juego de dominación.
Como plantea Ibañez (1990) en este escenario actuan los personajes. El precpetor lo hace personal o mediadamente (filmadoras, salas de visión unidireccional, etc) y considera luego de la provocación inicial, que implica un componente racional o tema y uno emocional o motivación, un constante manejo de la transferencia / contratransferencia: desde el precpetor entra a la sala se produce una tupida red de complicidades con él y enfrentamientos con él, y mediante el manejo de esa red maneja el deseo de los miembros del grupo; el preceptor no participa en la discusión, trabaja sobre ella catalizando el discurso del grupo. Sin embrago esto plantea el problema de la posición del discurso del preceptor, el que generalmente puede tomar un valor represivo cuando corrige, desaprueba o contra argumenta a un miembro; o un valor “cómplice”, cuando aciente, afirma, aprueba, sonrrie amistosamente, etc,; o como pantalla, cuando sólo esta a la escucha sin juzgar ni comportarse en forma expresiva ante las alocusiones de los miembros. Esta última sería la posición correcta: una pantalla refleja y refracta, en este caso el discurso del grupo. Por estas razones es correcto que el preceptor intervenga de dos modos: reformulando, devolviendo al grupo el deseo manifestado con las mismas palabras, tonos y gestos; o interpretando, devolviendo al grupo el deseo latente tras el manifiesto.

Entrevistas con Enfoque Biográfico

Como entrevista se ha considerado desde instrumentos de investigación estructurados como las encuestas de actitud u opinión y los cuestionarios hasta instrumentos abiertos o no estructurados con forma de conversación emergente. Como plantea Taylor y Bogdan (1996) puede que a los encuestados/entrevistados se les pida que ubiquen sus sentimientos a lo largo de una escala, que seleccionen las respuestas más apropiadas a un conjunto pre seleccionado de preguntas o incluso responder con sus propias palabras a preguntas abiertas. No obstante poseer diferencias sustanciales una y otra técnica, lo característico de todas ellas es su carácter estructurado, estandarizado: el investigador tiene las preguntas y el sujeto de la investigación las respuestas. En contraste con la entrevista estructurada, estandarizada, las entrevistas cualitativas son flexibles y dinámicas; han sido descritas como no directivas, no estructuradas, no estandarizadas y abiertas (Taylor y Bogdan, 1996). Para referirse a este método de investigación cualitativa - distinto de los métodos estructurados o estandarizados - se ha usado el concepto de “entrevista en profundidad”, el cual describe un proceso de “reiterados encuentros cara a cara entre el investigador y los informantes, encuentros estos dirigidos hacia la comprensión de las perspectivas que tienen los informantes respecto de sus vidas, experiencias y situaciones, tal como lo expresan con sus mismas palabras. Las entrevistas en profundidad siguen el modelo de una conversación entre iguales y no de un intercambio formal de preguntas y respuestas…el propio investigador es el instrumento de la investigación, y no lo es un protocolo o formulario de entrevista” (pp. 101).
Sin embargo - y valorando las cualidades de la entrevista abierta, no estructurada, en profundidad – se ha optado por lo que Ortí (1990) denomina – sin contradecir las cualidades fundamentales de la entrevista abierta o en profundidad – Entrevista Individual Abierta Semidirectiva, ya que considera la influencia o efecto de conducción que ejerce el entrevistador o investigador para quien la información adquiere sentido y relevancia según unos objetivos de estudio. Esta cualidad es la que legitima abordar un proceso de este tipo con un marco o guión general de temas y preguntas, artefacto ineficaz en el caso de las entrevistas verdaderamente abiertas. En este sentido la entrevista no es el medio o receptáculo del habla libre y espontanea del entrevistado sino que un espacio de negociación y encuentro de éste con el investigador y sus intereses de investigación.
Aun cuando en comparación con los grupos de discusión la entrevista resulta menos eficaz en tanto técnica estructural, se ha mostrado productiva cuando se usa para el estudio de casos típicos o extremos, como los casos pobres y no pobres del presente estudio, en la que la actitud de ciertos individuos encarna el modelo ideal de una determinada actitud mucho menos cristalizada en la “media” del grupo de referencia. Asimismo, la mayor pertinencia de esta técnica está dada por la potencialidad proyectiva para relevar las relaciones con los modelos culturales de personalidad, reflejados en el otro generalizado o superego institucionalizado en la clase social de referencia (Ortí, 1990). “en este sentido, la entrevista individual en profundidad puede dar lugar a una relación de complicidad (fraternal) entre el entrevistado y el entrevistador, que refleja presisamente el trabajo represivo del superego social dominante (las pautas culturales vigentes, impuestas por la propia casa, conformadoras del ideal del yo del entrevistado)” (pp.197).
Taylor y Bogdan (1996) diferencian tres tipos de entrevistas: historia de vida o biografía sociológica, entrevista en profundidad dirigidas al aprendizaje sobre acontecimientos y actividades que no se pueden observar directamente, y entrevistas cualitativas orientadas a conformar un cuadro amplio de una gama de escenarios, situaciones o personas.
La Historia de Vida es una técnica desarrollada inicialmente por la Escuela de Chicago entre 1920 y 1940, y a travéz de ella el investigador busca conocer experiencias destacadas de la vida de una persona y las definiciones que esa persona aplica a tales experiencias. Como señala Burgess (1966, en Taylor y Bogdan, 1996), “en la historia de vida se revela como de ninguna otra manera la vida interior de la persona, sus luchas morales, sus éxitos y fracasos en el esfuerzo por realizar sus destino en un mundo que con demasiada frecuencia no coincide con ella en sus esperanzas e ideales” (pp. 102).
Esta definición corresponde con los propósitos del presente estudio y su tema, identidad y pobreza. Sin embargo, y considerando el paradigma cualitativo en el que - como se ha planteado el párrafo introductorio de las técnicas tanto como en el acápite diseño – se renuncia a la consideración del lenguaje y el discurso como formación dada y objetiva y a la aspiración de conocer “la verdad”, se verifica una contradicción en esta concepción clásica de historia de vida. Esta contradicción se plantea cuando Beker (1966, en Taylor y Bogdan, 1996) señala que “el sociólogo que recoge una historia de vida da pasos para segurar que lla cubra todo lo que queremos saber, que ningún factor o acontecimiento importante sea descuidad, que lo que pretende ser fáctico concuerde con las pruebas de que se dispone y que las interpretaciones del sujeto sean aportadas honestamente. El sociólogo…trata de hacer que la historia narrada tenga que ver con materias que son objeto de registro oficial y con material proporcionado por otras personas que conocen al individuo, el acontecimiento o el lugar que nos es decripto. Hace que el juego sea honesto con nosotros” (pp. 103). En esta serie de afirmaciones queda claro el sesgo objetivista y voluntaristamente orientado a verificar lo “verdadero” mediante la implementación de una serie de estrategias y acciones, desconociendo la naturaleza discursiva de la historia de vida, nivel o ámbito en que distinciones entre lo verdadero y lo falso, entre lo real y lo irreal estan absolutamente superadas en los desarrollo modernos de esta técnica.
Una primera cuestión que valida la inconsistencia indicada es el hecho que, como plantea Sarabia (1990), refiriendo a Allport, existen tres criterios para clasificar las historias de vida: “Total”, que comprende desde el momento en que se está confeccionando la historia de vida hasta el recuerdo más antiguo del sujeto, se trabaja con toda la vida del sujeto; “Temática”, que comprende sólo un determinado tema, pero en su incidencia a lo largo de la vida del sujeto; y “Preparada”, en la que la historia recogida es cortada, “editada”, por el investigador para darle u formato mas manejable y afín con criterios de edición para publicación. Esta sola diferenciación plantea el carácter relativo de la forma que adquiere la historia de vida y, en esa medida, también de la supuesta objetividad requerida para su validez. En el caso de los últimos dos tipos de historias de vida es el editor el que “recorta” la “realidad” o “verdad”, para fines editoriales o para fines de investigación, restringiendo en ambos casos la totalidad de la información o experiencia relativa a la vida de un sujeto.
Para resolver esta inconsistencia se ha introducido la diferencia entre historia de vida - a la que se le respeta las prescripciones que anotamos antes como inconsistentes con el paradigma cualitativo - e historia oral o relatos de vida, a la que se le reconoce su carácter discursivo y, en esa medida, su valor simbólico más que real, unívoco y objetivo. En esta última orientación, como plantea Santamarinas y Marinas (1994), “las historias de vida están formadas por relatos que se producen con la intención de elaborar la memoria [y no “la” historia] y transmitir una memoria, personal [y]o colectiva, que hace referencia a las formas de vida de una comunidaden un período histórico concreto [y no “toda” “la” historia]…[Más aun, sistienen que] las historias de vida no preexisten a este proceso [de investigación], se produce en él, aunque las formas del contexto oral (la historia oral) vengan refiriendo (o silenciando) aspectos, sagas y relatos que luego se articulan en las historias que recogemos. [Las historias, en este caso relatos orales, de vida] se van haciendo a medida que la investigación avanza según sus objetivos, sus hallazgos y sus límites. Y tampoco sus referentes son precisos, sin que por ello se pueda decir que son falsos. Parece más bien estar dirigidas a orientar la vida y la acción de quienes las narran” (pp. 258). En este sentido, Fraser (1971, en Santamarinas y Marinas, 1994) exige a la historia oral abordar el acontecimiento social sin cosificarlo, tratando de abrirlo a sus planos discursivos: es el valor subjetivo – y no el objetivo – el más original, ya que la historia de vida permite que el fenómeno social exista y devenga por entre los sentidos de una comunidad y época específica. Se ha llegado a plantear el valor de las historias de vida mas como experiencia de enunciación, muchas veces de sujetos/colectivos sin voz, que como documento histórico. El sentido del tiempo histórico y el sentido de las historias se ven sometidos a variados procesos de construcción, reelaboración y, en la acepción más propia del término, de ficción cuando la investigación busca atender a los proceso de construcción y reconstrucción de identidades individuales, de grupo, de género, de clase en nuestro contexto social (Santamarinas y Marinas, 1994).
En atención a lo expuesto, se ha optado por la noción de relato oral o historia oral de vida mas que por la noción clásica de historia de vida ya que no sólo se adecúa con la necesidad de indagar el mundo de sentido que articula la identidad en contextos de pobreza sino porque también se corresponde de manera más consistente con el diseño cualitativo elegido. Por eso la noción de entrevista (individual abierta semidirectiva, en términos de Ortí, 1990) con enfoque biográfico (como relato oral o historia de vida oral).
El enfoque biográfico concentra el proceso de entrevista, como plantean Márquez y Sharif (1999), en la vivencia singular de lo social, expresada en la comprensión del sujeto en el quehacer cotidiano de negociación de condiciones sociales y culturales para sí, representando una via para reconstruir lo general a partir de lo específico, inductivamente.
La narración basada en la experiencia vital abre espacio para nuevas formas de interpretación de los procesos sociales e invita a pensar la sociedad desde el margen, rompiendo con la mirada estigmatizada de los sondeos de opinión y las grandes encuestas; abriendo una puerta a quienes, fijados en el estigma, permanecen en silencio (Márquez y Sharif, 1999), situación característica de la población pobre. En esta dirección una primera cuestión a establecer es que, como plantea Bengoa (1999), la historia de vida, en tanto testimonio, es irrebatible; puede que no sea sea representativa de la historia grupal, o de la cultura, o que no es objetiva frente a los hechos relatados, pero lo que no puede desconocerse es que esa historia es la historia vivida, sentida o interpretada por quien la relata.
Establecido lo anterior, una segunda cuestión a considerar, de naturaleza técnica, se refiere a que quién investiga, aunque no sepa nada de determinada realidad, desde una perspectiva metodológica y lógica, debe reconocer que otro le dice lo que él cree que es esa realidad, expresión materializada en un nuevo texto, el cual debe ser tratado, por tanto, como una subjetividad, pero una subjetividad objetivada en un texto. Puede analizar ese texto subjetivo como si fuera un “hecho objetivo”. En esta paradoja se encuentra la potencia de los a porte de las historias de vida al enfoque biográfico, aunque también la base crítica de su análisis (Bengoa, 1999).
En términos operativos, para la realización de entrevistas en el formato señalado hay que considerar algunos criterios que deben combinarse con los derivados del enfoque biográfico. Lo primero es reconocer, como plantea Goetz y Le Compte (1988), la existencia de diversas tipologías de pregunta según la clase de datos que se pretende recoger. Así, citando a Patton (1980), clasifican a las preguntas en 6 categorías:
1.- preguntas sobre experiencia y comportamiento, que descubren lo que los respondientes hacen o han hecho,
2.- preguntas sobre opiniones y valores, que descubren las creencias de los respondientes acerca de sus conocimientos y experiencias,
3.- preguntas sobre sentimientos, que descubren como los respondientes reaccionan emocionalmente a sus experiencias y opiniones,
4.- preguntas sobre conocimientos, que descubren lo que los respondientes saben acerca de sus mundos,
5.- preguntas sobre lo sensorial, que suscitan descripciones de los respondientes de qué y cómo ven, oyen, tocan, gustan y huelen en el mundo que los rodea, y
6.- preguntas demográficas y de antecedentes, con las que se obtienen autodescripciones de los respondientes.
Patton, (en Goetz y Le Compte, 1988), plantea tambien que esta taxonomía sea complementada con dimensiones de tipo temporal: pasado, presente y futuro. “se puede[, por ejmplo,] pedir a los entrevistados que informen de cómo responden emocionalmente a una experiencia en el presente, como respondieron en ciertas épocas del pasado o como esperan responder en algun momento futuro” (pp. 139).
Por otro lado, los mismos autores refieren a Spradley (1979) para informar otra tipología, centrada ésta en el contenido de las preguntas más que en los datos buscados:
1.- preguntas descriptivas, que pretenden obtener una representación o descripción de algún aspecto de la cultura o el mundo del respondiente,
2.- preguntas estructurales, cuyo fin es verificar o componer los constructos con que losrespondientes describen sus mundos, y
3.- preguntas de contraste, con las que se pretende obtener los significados que los respondientes asignan a, y las relaciones que perciben entre, los diversos constructos que utilizan.
En el mismo sentido, continuan - refieriendo ahora a Schatzman y Strauss (1973) – con una tipología que integra la clase de datos esperados y la forma de las preguntas. Schatzman y Strauss dividen las preguntas en cinco tipos:
1.- preguntas de información, que decubren el conocimiento que posee el respondiente de los factores de una situación social, precedidas normalmente de interrogativos como quién, qué, cuándo, dónde y cómo,
2.- preguntas de abogado del diablo, que descubren lo que los respondientes consideran temas controvertidos,
3.- preguntas hipotéticas, que estimlan la especulación del respondiente en torno a ocurrencias alternativas,
4.- preguntas de postular el ideal, que descubren valores del respondiente y
5.- preguntas proposicionales, que revelan o verifican las interpretaciones del respondiente.
En este afan de categorización de preguntas existe un último tipo, relevado por Lofland (1971, en Goetz y Le Compte, 1988): preguntas que generan respuesta evasivas o que son ignoradas ya que no sólo resultan significativas los contenidos manifiestos en las preguntas respondidas sino que tambien lo que el entrevistado no dice; con frecuencia las omisiones revelan datos sociales significativos.
Un segundo aspecto a considerar en la construcción de entrevistas, plantea este autor, se refiere a la estructura y secuencialización del cuerpo de preguntas. Los formatos generales de lo guiones varían, de acuerdo a Denzin (1978, en Goetz y Le Compte, 1988), con relación a dos dimensiones: estructura y estandarización; algunos protocolos se basan en la improvisación y otros están cuidadosamente cons. Así, por ejemplo, ciertos investigadores emplean sus guiones solamente para ensayar la entrevista; otros se basan estrictamente en ellos para realizar la entrevista. Los guiones tambien difieren en la forma en que las preguntas son formuladas, las cuestiones exploratorias utilizadas y las oraciones y preguntas organizadas y secuencializadas.
En este marco se puede, sin embargo establecer ciertos criterios operativos:
1.- para fines cualitativos, no distributivos, elaborar preguntas abiertas, no dicotómicas (tendiente a respuestas del tipo si o no), en lenguaje sensillo y próximo a la “jerga” propia de la categoria de respondiente con el que se trabaje (Patton, 1980 y Pelto y Pelto, 1978; en Goetz y Le Compte, 1988).
2.- la obtención de insumos para el proceso anterior implica una fase de exploración previa con sujetos de la categoria de respondientes relevante para un estudio determinado.
3.- elaborado el pool de preguntas, realizar una aplicación piloto para verificar la eficacia de las preguntas en su redacción y secuencia. Esto puede hacerse con una muestra “blanca” (respondientes de la categoría de interés o de otras categorías asimilables), como ensayo con los entrevistadores o mediante verificación o juicio de expertos (Harrington y Gumpert, 1981; en Goetz y Le Compte, 1988).
4.- cabe señalar que - no obstante prescribirse el empleo de preguntas alusivas a una sola idea (Patton, 1980; en Goetz y Le Compte, 1988) - resulta estratégico integrar preguntas complejas o ambiguas para obtener variedad de respuestas o detectar significados e interpretaciones conflictivas o contradictorias de los respondientes (Pelto y Pelto, 1978; en Goetz y Le Compte, 1988).
5.- se considera contraproducente realizar preguntas inductoras, que evidencian explicita o implicitamente juicios de valor que condiciones o restringen la libertad del respondiente para responder. Sin embargo, una pregunta inductora bien formulada se asimila a las preguntas de tipo “abogado del diablo” recomendadas por Schatzman y Strauss (1973, en Goetz y Le Compte, 1988).
6.- está contraindicado por ineficaz realizra preguntas precedidas del interrogativo por que ya que suelen terminar siendo ambiguas, presuponiendo algo y a menudo resultando demasiado abstracta para obtener datos concretos (Patton, 1980; en Goetz y Le Compte, 1988).
7.- se recomienda organizar las preguntas a partir de enunciados que comuniquen al respondiente los propósitos y el camino que va a seguir el entrevistador antes de iniciar la entrevista o a lo largo de ésta. Lofland (1971, en Goetz y Le Compte, 1988) subraya que las entrevistas discurren con mucha facilidad cuando van antecedidas por una breve explicación, grantías de que la identidad del entrevistado no va aser revelada y una declaración de cómo el investigador espera que se desarrolle la entrevista, explicando los cambios de foco de la entrevista para que los respondientes puedan adaptar su pensamiento a las variaciones que se vayan produciendo.
8.- la organización de la secuencia de preguntas deben considerar cuando menos la exaustividad de las respuestas, minimizando al mismo tiempo la repetitividad, fatiga y aburrimiento del respondiente. Esto se expresa en la práctica de entrevistadores que ignoran preguntas del guión que ya han sido repondidas en forma fortuita, lo que en entrevistas largas y temáticamente amplias ocurre con frecuencia.
9.- diversos autores prescriben comenzar la entrevista con preguntas demográficas, basándose en que resultan sencillas de contestar y sirven para introducir gradualmente al respondiente en temáticas más difíciles, dejando para momentos intermedios o finales de la entrevista preguntas complejas, controvertidas o difíciles, cuando se ha establecido ya un buen grado de rapport y despertado el interés del respondiente. Sugieren comenzar la secuencia con preguntas descriptivas y referidas al presente y continuar con las más complicadas, relativas a emociones, creencias y explicaciones (Patton, 1980; en Goetz y Le Compte, 1988).
10.- Schatzman y Strauss (1973; en Goetz y Le Compte, 1988) destacan el cuidado de asuntos logísticos como el tiempo o duración de la sesión, que depende de la cantidad de datos requerido y de las condiciones para establecer rapport; número de sesiones necesarias para completar la entrevista, según se necesite interrumpir de vez en cuando una actividad que de otra forma sería agotadora; el escenario o localización de la entrevista, ya que en el caso de historias de vida se requiere entornos familiares, íntimos, en los que el respondiente se sienta en confianza; la identidad de los individuos implicados o quienes son los entevistados y los entrevistadores y cuantos hay presente en cada sesión, una entrevistado y nunca mas de dos entrevistadores por sesión ya que se interfiere el rapport; y el estilo de los respondientes o modos comunicativos característicos del grupo al que se va a realizar la entrevista, que pueden variar desde intercambios semi hostiles, pasando por diálogos emocionalmente neutros pero cognitivamente intrincados, hasta la exploración empática de los traumas personales de la práctica terapéutica contemporánea.
11.- con relación al proceso o situación de entrevista Taylor y Bogdan (1996) plantean algunas prescripciones para facilitar su discurrir: no emitir juicios categóricos para evitar romper la confianza del entrevistado y responder recíprocamente con quien ha tenido confianza para abrirse sin esperar críticas y descalificaciones; permitir que la gente hable, reducirendo las intervenciones del entrevistador y no interrumpiendo al respondiente aunque no estemos interesados en en el tema que toca; prestar atención, comunicar interés por lo que se está conversando y reconocer el momento apropiado para hacer las preguntas; y ser sensible a los efectos de gestos y preguntas de modo de corregir y virar para recuperar y fortalecer la confianza.
*texto en el marco del estudio Identidad y Pobreza: Nuevas relaciones en un contexto transnacional
**Licenciado en Psicología, Mg(c) en Desarrollo Regional y Local. Director de Proyectos AXXIONA Desarrollo Humano
***Licenciado en Psicología, Mg(c) en Desarrollo Regional y Local. Directora de Operaciones AXXIONA Desarrollo Humano

[1] La posición del prescriptor de los grupos, tanto en la realización (pero sin participar en ellos), cuanto en la posterior labor analítica, prefigura lo que ha denominado Ibáñez (1988) como ese tercer término que supere la antítesis entre los puntos de vista etic y emic.
[2] “Freud observó que situaciones vividas por el analizante – generalmente en la infancia – eran transportadas o transferidas a la situación de análisis. Lacan interpretó la transferencia como efecto de la no respuesta del analista a la demanda del analizante. El analista aparece ante el analizante como sujeto – supuesto – saber: aquel que va a contestar a sus preguntas y va a resolver sus problemas. En el análisis la cura es la reabsorción de la transferencia: cuando el analizante comprende que las preguntas no tienen respuesta, ni los problemas solución, definitivas la relación asimétrica se resuelve en simétrica” (Ibañez, J. 1990. pp. 494).