sábado, 10 de febrero de 2007

INCONSISTENCIAS EN LA POLÍTICA DE TRABAJO CON POBREZA

Francisco J. Cabellos M.*
Pamela A. Luna B.**
PROBLEMATIZACIÓN GENERAL
La región de La Araucanía se ha mentenido en forma consistente como la región más pobre del país durante los últimos quince años según los datos de la serie de mediciones realizadas mediante la Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional, CASEN (MIDEPLAN, 1998). Recientemente, de acuerdo con los resultados 2003 de la misma encuesta, se ha estimado que un 18,8% de la población nacional se encuentra en situación de pobreza, en tanto que en la región de La Araucanía este problema alcanzaría al 29,0% de sus habitantes, magnitud 50% mayor que la proporción nacional, clara evidencia de la incidencia distintiva de este problema en la región. Esta dinámica inequitativa, asimétrica, se confirma si se considera – a partir de la misma encuesta - que del total de la población pobre nacional un 8,7% se encuentra en La Araucanía cuando el porcentaje de la población nacional que habita la región es de sólo el 5,7% (INE, 2005). Más aún, esta asimetría no sólo se verifica sino que se incrementa en términos relativos, aun cuando los datos brutos muestren cierto progreso en los indicadores de pobreza (MIDEPLAN, 2003), ya que la proporción del total nacional de población pobre que se ubicaba en la región el año 1998 era cercano al 0,6%, representando un 34% de la población regional (MIDEPLAN, 2000), cifra significativamente inferior al 8,7% de la población pobre nacional ubicada en la región en 2003. Por otro lado, mientras a nivel nacional se ha reducido la pobreza en aproximadamente un 50% dede 1990, en la región sólo se ha reducido en al rededor de cinco puntos porcentuales, resultado similar o inferior al crecimiento vegentativo de la población y la actividad económica regional.

Si se compara con las demás regiones del país las que más concentran la población pobre nacional son la Metropolitana y Octava, con cerca del 50%, seguidas luego por la Quinta, la Novena y la Décima, última y antepenúltima con una población mayor que la penúltima. En este sentido, la región de la Araucanía, Novena, es la que contiene la mayor proporción de la población pobre del país si se excluyen las regiones más grandes, no obstante ser una región pequeña en términos de extención territorial y población.
cuadro: proporción de población pobre nacional ubicada en la Araucanía en http://identidadypobreza.blogspot.com/2007/02/proporcin-de-la-poblacin-pobre-nacional.html
Estos antecedentes constituyen evidencias suficientes para sostener no sólo la específicidad y agudeza de la problemática de la pobreza en esta región sino que tambien el fracaso de los enfoques y prácticas implementadas para responder a ella. Estos enfoques han tenido un énfasis econométrico, expresado en una concepción predominante de pobreza como condición que se actualiza cuando no se logra acceder a un conjunto de recursos materiales, monetarios y de otro tipo, considerados como mínimos necesarios para asegurar la pervivencia de la población y su adecuada integración social, y que representarían una “línea” crítica o Linea de la Pobreza (Olavarria, 2001). En esta perspectiva, la política pública se ha enfocado en facilitar las condiciones para que las personas afectadas por esta situación puedan superar esa linea, lo que - consistente con un enfoque econométrico - se logra con políticas orientadas al crecimiento económico y la integración de estos sectores “desventajados” a través del empleo que dicho crecimiento provee o “chorrea”, situación que raras veces ocurre, demandando además una serie de condiciones complejas que superan largamente la sola estrategia de crecimiento económico.
En esta perspectiva, la política pública se ha enfocado en facilitar las condiciones para que las personas afectadas por esta situación puedan superar esa linea, lo que - consistente con un enfoque econométrico - se logra con políticas orientadas al crecimiento económico y la integración de estos sectores “desventajados” a través del empleo que dicho crecimiento provee o “chorrea”, situación que raras veces ocurre, demandando además una serie de condiciones complejas que superan largamente la sola estrategia de crecimiento económico.
Aún cuando en los últimos diez años se ha ido complementando progresivamente esta estrecha y rígida concepción de la Pobreza con diemnsiones socioculturales y psicosociales como lo ha hecho la Fundación Nacional para la Superación de la Pobreza y el FOSOS (Fondo de Solidaridad e Inversión Social), cuya misión específica dentro del estado para éste último es abordar la problemática de la pobreza, sigue reconociéndose rasgos de los enfoques que han demostrado su ineficacia en el tiempo.
COORDENADAS PARA LA IDENTIFICACIÓN DE INCONSISTENCIAS
La Fundación Nacional para la Superación de la Pobreza introduce un enfoque basado en necesidades, oportunidades y derechos. Instala una discusión en torno a los mínimos sociales que permitan el ejercicio de ciertos derechos económicos para todos los chilenos y chilenas como umbrales de ciudadanía en cada uno de los ámbitos de integración social: salud, educación, vivienda, participación, protección y seguridad social. Asimismo, considera aspectos subjetivos y psicosociales vinculados a situaciones de baja autovaloración personal, sentimiento de inseguridad e incertidumbre, desesperanza, etc., cualidades determinantes al momento de ejercer derechos y aprovechar oportunidades. De acuerdo a la doctrina de esta fundación la pobreza es mucho más compleja que la falta de dinero para consumir una cierta magnitud de canasta básica de alimentos y bienes básicos, cubriendo diversas dimensiones de la vida de las personas como trabajo, ingresos, participación de la institucionalidad pública e integración comunitaria y social, superando el mero enfoque centrado en necesidades para integrar también los recursos, capacidades y potencialidades personales, sociales, patrimoniales, políticas y ambientales que existen en las personas afectadas y sus entornos (Fundación para la Superación de la Pobreza, 2005). Instala las bases para considerar lo que se entiende como activos o capital social, promoviendo un abordaje complejo y multidimensional de las estrategias de solución.
El Fondo de Solidaridad e Inversión Social, en tanto, define su misión como “Contribuir en el esfuerzo del país para la superación de la pobreza, aportando respuesta originales en temas, áreas y enfóques de trabajo complementarios a los que abordan otros servicios del estado” (FOSIS, 2005), mientras que dentro de su visión aspira a que “los grupos de interés final con que se trabajó se apropien con orgullo de su futuro y mejoren sus condiciones de vida gracias al esfuerzo y el apoyo que les brinda la sociedad y el estado” (FOSIS, 2005). En este contexto, define como objetivos estratégicos “contribuir al aumento de los ingresos, desarrollo del capital humano, social y mejoramiento del entorno, que permitan mejorar las condiciones y calidad de vida de los diversos grupos de beneficiarios (as), a través del financiamiento de proyectos de intervención, en complementariedad con otros actores públicos y privados [; y] contribuir con soluciones innovativas que permitan la superación de la pobreza, para resolver los problemas y manifestaciones de la pobreza e indigencia en el país, realizando estudios para su adecuada superación, y diseñando e implementando iniciativas pilotos” (FOSIS, 2005).
Para materializar lo anterior interviene en tres ámbitos: económico productivo, social e innovativo. El primero se operacionaliza mediante los Programas de Apoyo al Microemprendimiento, Apoyo Actividades Económicas en Sectores en Condición de Pobreza, Chile Emprende, Apoyo a la Produción Familiar para el Autoconsumo. El segundo ámbito de intervención se operacionaliza mediante los Programas Puente, Desarrollo Social, Nivelación de Competencias Laborales, Un Barrio para Mi familia, Promoción de la Participación (Liderazgo y Autogestión), Aquí Yo Hablo, Habitabilidad / Chile Solidario (FOSIS, 2005). La mayoría de estos programas convergen en la población focalizada en el Programa Puente / Chile Solidario, compuesta por el grupo de personas indigentes o correspondiente a lo que se ha denominado pobreza “dura”, con las que la política de superación de la pobreza ha tenido menores avances.
Este diseño programático responde al nuevo enfoque de “Manejo Social del Riego” propuesto por el Banco Mundial y asumido por el FOSIS en un proceso de reingeniería llevado adelante durante 2002 para mejorar los índices de desempeño que con el diseño anterior habían tocado techo. Los cambios más relevantes que busca sustentar la aplicación de este enfoque tienen que ver con pasar de una modalidad de “fondo abierto” a uno de “fondo que financia soluciones específicas” en temas definidos como altamente significativos y pertinentes para superar la pobreza en detreminados territorios del pais, desarrollar un sistema de gestión de la información que permita hacer más eficaz la focalización y localización de las intervenciones y condicionar desde el inicio las intervenciones a resultados en distintas etapas de su implementación (FOSIS, 2002). Estos desafíos ímplican complementar la misión de intervenir en la situación de pobreza de las personas con la claridad en cuanto a sobre que aspectos intervenir y con quienes, ya que la pobreza es un fenómeno multicausal, multidimensional y complejo de abordar. En este contexto y desde la perspectiva del manejo social del riesgo, la hipótesis de intervención del FOSIS considera que “La superación de las condiciones de pobreza puede lograrse, en la medida que un manejo adecuado de los principales riesgos a los que son especialmente vulnerables las personas pobres, les permite enfrentar con éxito las principales tareas y funciones que tienen en relación a su etapa vital, o a la función social que cumplen, estando así en condiciones de aprovechar las oportunidades de desarrollo que el país le ofrece a la sociedad en su conjunto” (FOSIS, 2002. pp. 7) .
El modelo de Manejo Social del Riesgo (MSR) asume que personas, familias y comunidades son vulnerables a riesgos de orígen natural (terremotos, inundaciones y enfermedades) o producidos por el hombre (desempleo, deterioro ambiental, guerras, etc.) los cuales se incrementan o disminuyen dependiendo de las herramientas que personas, familias y comunidades dispongan para enfrentarlos (Holzmann y Jorgensen, 2000).Esta es la dimensión de “menejo social”, a cuya gestión sirven conceptos como los de “capital social” o “activos” de los pobres (Atria, 2002; Larrañaga, 2000, respectivamente). En términos generales, Bebbington concibe el capital social como el contenido de ciertas relaciones e instituciones sociales, caracterizadas por conductas de reciprocidad y cooperación y retroalimentadas con actitudes de confianza (Arriagada, 2005).
Este modelo de intervención demuestra un avance en la dirección de una comprensión y abordaje multidimensional y complejo de la pobreza, en la dirección que también lo ha hecho la Fundación Nacional para la Superación de la Pobreza. En este sentido, se asume lo que desde hace cerca de 10 años ya se consignaba en los estudios y ensayos sobre pobreza. La Fundación SUR (1995), de reconocida experticia en estos asuntos, señalaba - a propósito de su trabajo en el Programa de Pobreza y Políticas Sociales – las nuevas formas de pobreza que configuran el carácter heterogéneo del fenómeno, sosteniendo la existencia de una pobreza absoluta, relacionada con la carencia de medios básicos para sobrevivir, la que, no obstante, no refiere a lo que generalmente se identifica y aborda como pobreza (salvo situaciones extremas), aludiendo este concepto mas bién a una pobreza relativa.
En la medida que se produce crecimiento económico, acceso a nuevos bienes y servicios, modernización de las relaciones económicas y sociales, las carencias se vuelven complejas haciendo la pobreza más heterogénea. Hay áreas de pobreza tradicional, donde el crecimiento económico no suele llegar, quedando suspendidas en el tiempo sin servicios ni bienes modernos. Sin embargo, las consecuencias de la pobreza moderna no alcanzan estos apartados lugares en forma tan determinante. Muchas veces a pesar de la miseria material se conservan formas antiguas de convivencia y sociabilidad que permiten sostener una calidad de vida que ya se quisieran quienes sufren los efectos directos de la modernidad. La pobreza actual es diferente, heterogénea, en ella conviven sectores de “pobres modernos” que son insensibles a los efectos de las políticas sociales, al aumento de plazas en el mercado de trabajo, incluso al crecimiento económico, es la “Pobreza dura”. Son personas y familias antecedidas por generaciones con reiteradas experiencias frustradas de integración social a partir de las cuales conformaron con el tiempo, en términos de Oscar Lewis, un tipo de “subcultura de la pobreza”. Poseen fuerte identidad, hablan un lenguaje propio, menosprecian a los “integrados” al sistema, teniendo orgullo de ser marginales, condición incomprensible para el observador externo. Son la gente que se rearticuló en la simple supervivencia. También existe la pobreza que es “sensible” a las políticas sociales, a las variaciones en el empleo, a los planes de capacitación, a los aumentos en los salarios, y afecta a personas que buscan una oportunidad, que no quieren ser pobres ni identificarse con la pobreza, buscando distinguirse del grupo de los pobres permanentes; quieren que sus poblaciones sean bien consideradas, seguras, quieren el progreso, quieren vivir bien; están dispuestos a realizar todos los esfuerzos, ahorros incluso, para ello. Es un sector de pobreza que busca la integración al sistema, que confía en las posibilidades de movilidad (SUR, 1995).
Retomando el argumento que reconoce el avance en la conceptualización y abordaje de la pobreza, parece evidente que los planteos de la Fundación Nacional de Superación de la Pobreza tanto como del FOSIS asumen y contienen estas formas modernas, heterogéneas, que configuran el fenómeno de la pobreza en la actualidad. Sin embargo, cuando se observa la forma de operacionalizar estas propuestas sigue identificándose su supeditación a criterios y racionalidades económico productivas reconceptualizadas a partir de estas nuevas categorías. Esto puede reconocerse en el auge que al concepto de Responsabilidad Social Empresarial ha dado la Fundación Nacional para la Superación de la Pobreza como base de una estrategia de integración del sector privado en la superación de la pobreza, énfasis que se reconoce en las presentaciones de sus operadores técnicos en el IV Encuentro de Estudios Regionales organizado por Red Sinergia Regional (2006). O como ocurre con la localización y focalización de los programas FOSIS en la Araucanía, en la que parte importante se asocia a las definiciones de “clusterización” de la Estrategia de Desarrollo Regional, en la que se han específicado determinados territorios con relación a su “vocación” porductiva; basicamente turística (Araucanía Andina), forestal (Cordillera de Nahuelbuta), pequeña y mediana agricultura (Vergel del Sur – valle malleco) y hortícola (Valle Araucanía – valle cautín). Lo anterior en vistas a concretar tres grandes desafíos: acrecentar y consolidar el crecimiento económico regional, lograr una mayor equidad social, étnica y territorial y reducir la pobreza (Gobierno Regional de la Araucanía y GTZ, 2006).
Una revisión extensa de los antecedentes planteados deja en evidencia - además del énfasis económico productivo del enfoque para abordar la pobreza - un sesgo privatizante de ella, no sólo en el financiamiento de sus intervención sino que también en la asignación del locus de ésta. Ya no son las condiciones de riesgo – siguiendo los conceptos del FOSIS y el Banco Mundial - los fundamentos de la pobreza, de los que debía hacerse cargo el estado o la sociedad en la tradición pública, sino que son los recursos que las personas tienen para hacer frente ellos mismos a esos riesgos. El estado, o la sociedad en general, no se encargaría de modificar las condiciones que generan determinados riesgos, sino sólo de promover, ni siquiera entregar, recursos, “activos”, capital social para que las propias personas puedan enfrentar esos riesgos de modo que no vulneren o excluyan del acceso a ciertos rerechos ciudadanos, los que serían, en última instancia, responsabilidad de las propias personas ejercer.
Este giro es consecuencia de lo ocurrido en los últimos veinte años en los que se ha instalado la convicción que los estados de bienestar, socialistas o capitalistas, se hacen inviables, requiriendo de la privatización para sostener su subsistencia. Se privatiza la producción, la educación, la vivienda, la salud, la alimentación, en fin, todo aquello que permita la reproducción de la población. Lo último que queda es la privatización de la pobreza. La responsabilidad de los pobres reside en ellos mismo (sus activos y capital social para manejar el riesgo) y las decisiones que tomen los privados (Responsabilidad Social Empresarial), por la piedad, el altruismo o la solidaridad. El problema escencial es la progresiva supresión de la responsabilidad social (SUR, 1995).
Se plantea así una brutal inconsistencia: enfrentar un fenómeno estructural en la sociedad desde una perspectiva individual o, a lo sumo, en un nivel territorial local, cediendo ámbitos de responsabilidad y tuición sobre el problema desde el estado al sector privado, cualidades que justamente vienen a explicar la conformación de la pobreza moderna.
Un efecto operativo que refuerza la inconsistencia señalada tiene que ver con la atomización, expresada en la acotada focalización, localización y sectorización del abordaje del problema, situación que - si bien facilita una diversidad de experiencias - genera contradicciones, descoordinaciones e inconsistencias, que terminan siendo instrumentales a ciertas influencias y objetivos políticos que terminan conduciendo su perfil y operación, como en el caso descrito del alineamiento de los programas de FOSIS con los intereses de desarrollo económico que sustenta la estrategia de desarrollo regional en la región de la Araucanía.

Pistas en cuanto a lo señalado entrega la evaluación nacional de satisfacción usuaria realizada a nivel nacional por FOSIS en 2001, en la que se verifica las evaluaciones más bajas en los programas de reinserción laboral y empleo y en el programa de fomento productivo, no así en los programas de formación de capital social como el de nivelación de competencias laborales - conceptualizado por los usuarios como “educación” – y el de desarrollo social (FOSIS y Seach Merketing, 2001). En este sentido, desde la visión de los usuarios resulta evidente que los programas fundados en las personas y en dimensiones socioculturales y comunitarias son reconocidas más eficaces que los programas fundados en enfoques predominantemente económico productivos.

El aspecto más crítico en el programa de re inserción laboral es el bajo nivel de remuneración alcanzado por los usuarios con posterioridad, incidiendo en forma nula sobre la situación socioeconómica original, pobre. El programa de fomento productivo, en tanto, resulta ineficaz por su carácter burocrático y estructura de información compleja (FOSIS Y Seach Merketing, 2001), lo que redunda en errores y fracasos que desincentivan los emprendimientos, resultado paradojal pensando que este programa busca jutamente lo opuesto, incentivar el emprendimiento.Por el contrario, el programa de desarrollo social, uno de los mejor evaluados, es criticado en aspectos éspecíficos vinculados a la falta de recursos y seguimiento (FOSIS Y Seach Merketing, 2001), es decir por la escasa instalación de medios de sustentabilidad, cualidad deseada por los beneficiarios.
El programa de nivelación de competencias laborales, tambien evaluado en forma satisfactoria, encuentra sus críticas en los bajos sueldos que se consige luego se su aplicación y la en desmotivación progresiva de los participantes por información inconsistente y escasa, mala atención y programación de las actividades por parte de los monitores (FOSIS Y Seach Merketing, 2001).

Estos antecedentes demuestran como, aun cuando desde las elites político técnicas se utilice una reconceptualización en base a conceptos como los de capital social o manejo social del riesgo para seguir enfatizando el dominio económico productivo para abordar la pobreza, desde la perspectiva de los usuarios, desde los pobres, lo útil y reconocido como necesario y satisfactorio se relaciona con cuestiones de tipo sociocultural y comunitario, justamente las que pretenden introducir los conceptos de capital social o manejo social del riesgo. He aquí otra evidencia de inconsistencia.

Este contrasentido, a pesar de los conceptos introducidos en el debate durante los últimos diez años, se explica claramente por el reconocimiento de la pobreza como un concepto relativo, respecto del cual es un observador externo – generalemente de alta ascendencia en la estratificación social del poder - el que determina las carencias de un grupo humano, sector o territorio (SUR, 1995). Evidencia de ésto es que los beneficiarios pobres de los programas del FOSIS conocen de éstos sólo en una proporción cercana al 10% en sus juntas de vecinos, es decir desde sus pares y organizaciones propias, siendo en el 50% de las veces conocidos por la operación en el territorio de la municipalidad y las ongs. Sin embargo, cuando se opera una entrada desde los pobres se verifican las inconsistencias de tales diseños.
ESTRATEGIA PARA REDUCIR LA INCONSISTENCIA CRÓNICA EN EL ABORDAJE DE LA POBREZA MODERNA
Habiéndose descrito en forma general los rasgos de lo que se ha denominado inconsistencia de la política de abordaje del fenómeno de la pobreza, se plantea, no obstante, que los mismos conceptos integrados en los modelos de Capital Social y Manejo Social del Riesgo vienen a dar luces sobre su resolución: montar el foco en torno al fenómeno de Identidad Colectiva que - en el contexto de una sociedad post industrial económicamente, postmoderna culturalmente y post nacional políticamente - se instala como una identidad compleja, al modo de los planteos de los teóricos de los nuevos movimientos sociales. En torno de esta identidad compleja es posible lograr compensar el sesgo declinante de la responsabilidad social y la privatización de la pobreza, ya que implica en si misma una orientación colectivizante y con connotaciones de articulador social; provee una guía de empoderamiento en los actores para influir sobre el orden social y no ser sólo un receptor pasivo, un seudoactor conducido por el estado o, lo que es peor, por los intereses conómico productivos privados. Este proceso rompe por ello la riesgoza verticalidad de la mirada sobre la pobreza, permitiendo una referenciación desde abajo, los actores, los pobres. Asimismo, facilita la articulación de los mejores elementos del enfoque basado en el capital social y manejo social del riesgo y compensar sus externalidades negativas. Lo mismo ocurre con la desarticulación eventual de un enfoque altamente focalizado, localizado y sectorializado, como el que se encuentra en aplicación. Esta identidad colectiva compleja, que va a denominarse en este trabajo Identidad Glocal, viene a representar el sustrato en que que se integran de forma simbólicamente significativa los elementos de la discusión sobre pobreza para permitir la resolución de la inconsistencia descrita antecedentemente.
Para formular esta relación se parte por reconocer el origen del concepto Capital Social, que - como plantea Serrano (_____) - está en la categoría de “habitus” propuesta por Bourdieu a partir del cual concibe las prácticas sociales como construcciones sociales que pueden ser reguladas por los individuos, generando sistemas de códigos preferentes y estímulos para la acción. La acción sostenida y compartida colectivamente delimita ámbitos de acción aceptados como válidos, a partir de los cuales las personas construyen su espacio cultural y social. Asociado a este concepto utiliza la noción de Capital Cultural para referir a los recursos simbólicos y sociales que poseen las personas en tanto miembros de determinados colectivos. En la actualidad el concepto de Capital Social ha sido entendido a partir de su función, por su utilidad, o por sus condicionantes; otros lo usan como descriptor de ciertas relaciones de movilización de relaciones sociales en tanto que otros como resultados de éstas; unos como stock o acumulación de relaciones de confianza y reciprocidad y otros como flujo de relaciones e intercambio. No obstante ello, como plantea la misma autora, algunas cualidades comunes pueden reconocerse: es un intangible, y por ello difícil de medir; considera aspectos subjetivos, valóricos y culturales, como expectativas, creencias y valores respecto al otro y a las posibilidades de actuar en común; se asocia a los conceptos de confianza, reciprocidad y cooperación; supone la noción de recursos o activos que amplian las oportunidades; se enmarca por un conjunto de reglas formales o informales que, internalizadas y repetidas, se convierten en formas de institucionalidad; genera beneficios individuales y sociales; constituye un bien público, no es propiedad de nadie en particular y nadie puede llevárselo o manipularlo a voluntad; su uso reiterado no contribuye a menguarlo o extinguirlo, sino a acrecentarlo: la reiteración de la experiencia produce más confianza y ésta, a su vez, mayores intercambios y beneficios.

Una cantidad importante de estas cualidades estan contenidas de forma integrada y consistente en la dinámica de la identidad glocal, como podría reconocerse en la definición báse que para este trabajo considera la identidad colectiva como una definición compartida e interactiva, producida por individuos en interacción, concerniente a las orientaciones de su acción, así como el campo de oportunidades y restricciones en el que tiene lugar su acción (Melucci, 1989). Con un enfoque basado en esta noción de identidad se hace visible, como plantea Bebington (en Arriagada, 2005), una serie de temas invisibles a la vertical mirada de la política y teorías dominantes sobre pobreza, sugiriendo de forma explícita que la dimensión social de la existencia humana puede ser tan importante como las dimensiones económicas; que lo social subyace a cualquier acción económica o política, en esta dimensión se integra acción económica, política y cultural. Más aun, en el nivle de la identidad colectiva se compensa una serie de debilidades planteadas por Serrano (_____) para los modelos de Manejo Social del Riesgo y Capital Social como el capital social negativo, acciones asociativas que debilitan la solidaridad o destruyen ciertas “virtudes” cívicas y debilitan la confianza, operaciones del estado que acompañando intervenciones basadas en el incremento del capital social restan o destruyen capital social en otros ámbitos o dimensiones.
La identidad surge a partir de, como plantea Bengoa (2006), la constatación de la fragmentación y la necesidad de integración en ese contexto. Eso es lo que aporta la noción de identidad al abordaje de la pobreza, una inrefase de naturaleza intercomunicativa, discursiva, que articula sentido y organiza la acción. En esta dimensión se recomponen elementos de cierto ideario común, colectivo, aunque en microorganizaciones, no obstante formas de integración y control social del que disponen las personas en tanto “ciudadanos”. Al ser un proceso de construcción comunicacional, interactiva, discursiva, asigna a ciertos supuestos fundamentales carácter de realidad, a partir de los cuales se establecen distinciones significativas y se organiza la conducta propositiva, delimitando los contenidos compatibles con la constitución de la memoria, interesando el proceso por el que se contruye un discurso identitario que llega a ser expresado colectivamente, introyectado, transformado en propiedad colectiva, en narrativa colectiva, “y finalmente reflejo de lo que se cree que se es y finalmente en lo que se es, identidad” (pp. 38). Esto es lo que de alguna forma implica lo que se ha planteado el FOSIS en su visión cuando aspira a que “los grupos de interés final con que se trabajó se apropien con orgullo de su futuro y mejoren sus condiciones de vida gracias al esfuerzo y el apoyo que les brinda la sociedad y el estado” (FOSIS, 2005).
La Identidad Colectiva, aquí denominada Glocal, constutuye la plataforma para la conformación de capital social y el sistema que opera el entorno social en el menejo del riesgo, autoafirmándose como categoría para el análisis y la acción en contextos de pobreza porque conlleva una dimensión de movilización y articulación social que contrarresta la declinación de la responsabilidad social del estado y la cesión de tuición sobre los asuntos sociales al sector privado. Representa el mecanismo integración en la tendencia fragmentaria de los enfoques, modelos y programas operantes en el trabajo sobre la pobreza.

Proporción de la población pobre nacional en las Araucanía