viernes, 23 de marzo de 2007

Marco metodológico del Estudio sobre Identidad y Pobreza en el sector de Pedro de Valdivia, Temuco.

CAPÍTULO 3.- DISEÑO METODOLÓGICO PARA LA INVESTIGACIÓN (documento de trabajo)*.
Francisco J. Cabellos M.**
Pamela A. Luna B.***

Tipo/nivel de investigación

Se ha considerado un marco exploratorio de investigación ya que no existen antecedentes previos relevantes sobre estudios enfocados desde la perspectiva de las Nuevas Identidades Colectivas - como la Identidad Glocal propuesta en este estudio - en contextos pobres de la región de la Araucanía o la ciudad de Temuco. Como se ha establecido en el planteamiento del problema, la región se ha mantenido en forma consistente como la más pobre del país, habiendo modificacado sus índices en magnitudes significativamente menores que las demas regiones, demostrando con ello la ineficacia de las políticas y programas implementados. Como alternativa que ilumine la discusión e ideación de la política y programática para abordar la pobreza se propone un tipo de Nueva Identidad Colectiva. Esta nueva forma de entender la identidad reconoce los profundos cambios sociales, culturales, económicos y psicosociales acaecidos en los ultimos 30 años en la sociedad chilena y regional, y restablece la preminencia de distinciones socioculturales y psicosociales por sobre distinciones económica y sociológicamente estructurales. En esta cualidad radica su capacidad de alternativa ya que se aparta del abordaje socioeconómico, estructural y cuantitativo de la discusión e intervención en pobreza.
La relevancia que ha recuperado el concepto de Identidad luego de cierto descrédito por su tradicional concepción monolítica, escencialista y estática, se debe a que se ha reconceptualizado como una instancia discursiva, de naturaleza simbólica, construida en un marco de relacione sociales, multiples, simultanes y discontinuas. Esto es lo que puede observarse en los estudios sobre nuevos movimientos sociales en los que identidades étnicas, sexuales, gremiales, juveniles, territoriales, etc., emergidas en el contrexto del nuevo orden global, son visibilizadas y coherentemente conceptualizadas gracias a estas nuevas perspectivas sobre la naturaleza de la identidad. En el contexto nacional puede refereirse al estudio “Chile: Identidad e Identidades”, desarrollado desde 2003 hasta 2005 por Bengoa y del cual ha sido editado un número completo de la revista Proposiciones, el último, nº 35, de Marzo de 2006. Desde una perspectiva emparentada conceptualmente con la sostenida en este estudio se ha desarrollado investigaciones relativas a Identidades Urbanas, Identidades Regionales, Identidades Juveniles e Identidades Étnicas a lo largo de todo el país.
En todos estos estudios se entiende de forma transversal la identidad en base a ciertos rasgos: no es estática, sino dinámica; y avanza a partir de choques, fragmentos y retazos que van siendo incorporados en otros sistemas mediante el uso del discurso y la acción. A partir de la constatación de la fragmentación propia del orden social global y su necesidad inevitable surge el concepto actual de Identidad, interfase discursiva que integra partes, articula fragmentos, organiza sentido en lo complejo (Bengoa, 2006).

Diseño

En términos operativos, atendidas las cualidades antes especificadas para la variable Identidad, se ha considerado pertinente un diseño cualitativo / comprensivo. Las diferencias propias de este paradigma con relación al que sustenta diseños cuantitativos - como las descritas en el cuadro siguiente (Pedone, 2000) – justifican esta desición.

Dualismos identificados entre métodos cualitativos y cuantitativos por Hammersley

Métodos Cualitativos Métodos Cuantitativos
Datos cualitativos Datos cuantitativos
Escenarios naturales Escenarios experimentales
Búsqueda de conocimiento Identificación de comportamiento
Rechazo a la ciencia natural Adopción de la ciencia natural
Aproximaciones inductivas Aproximaciones deductivas
Identificación de patrones culturales Consecución de leyes científicas
Perspectiva idealista Perspectiva realista
Entrevistas cualitativas Mediciones cuantitativas (cuestionarios)
Muestra de tamaño pequeño Muestra de tamaño amplio
Entrevistas extensas Mediciones pequeñas
Muestreos no-aleatorios
Muestreo aleatorio

Fuente: Winchester, H. (1996), p. 119.

Tanto datos relativos a Identidad como a Pobreza son eminentemente discontinuos, nominales, de naturaleza discursiva, producidos sólo en contextos naturales, nunca en escenarios controlados o experimentales, por lo tanto emergentes, nunca predecibles, producto de una busqueda y no de una corroboración, para cuya producción y análisis no resultan instrumentales los métodos y técnicas de la ciencia natural, fundamentalmente cuantitativa y positiva, requiriendose de coberturas poblacional y territorialmente pequeñas y deliveradamente direccionadas, a partir de las cuales pueda implementarse proceso extensivos de análisis. Todas estas cualidades corresponden en forma significtivamente más coherente con diseños cualitativos que con diseños cuantitativos, los que poseen cualidades definitivamente incompatibles con los propósitos del estudio tanto como con la naturaleza de las variables involucradas en él.
Más aun, un estudio sobre Identidad y pobreza como el presente corresponde ampliamente con lo que ontológicamente constituye a los métodos cualitativos, dentro de lo que se cuenta como objeto de estudio una realidad que comprende, según Valdés (2006), aspectos como los siguientes:
1. La vida diaria, con su complejidad e incertidumbre, ocurre en contextos que son naturales, es decir, tomados tal y como se encuentran, más que reconstruidos o modificados por el investigador, en los que los seres humanos se implican e interesan, evalúan y experimentan directamente (LeCompte, 1995). Ese ambiente natural, más que un escenario o telón de fondo, es un producto directo y cambiante de la interacción social (Dos Santos Filho, 1995).
2. Esa vida humana, como objeto de conocimiento, supone un componente objetivo (contexto natural) y otro subjetivo (significados atribuidos por los actores). Mas, lejos de tratarse de dos componentes diferentes, ambos se imbrican profundamente entre sí, al punto de no poderse separar ni siquiera para efectos metodológicos. El ser humano concreto viene a ser una síntesis de la sociedad (Ferrarotti, 1983). Esa sociedad (tradiciones, roles, valores, normas) es internalizada por el ser humano e integrada en estructuras de razonamiento, normas, valores, que todos asumen como algo connatural que se manifiesta en el comportamiento (Pérez Serrano, 1998).
3. La vida humana no es sólo lo que es ahora, sino lo que podría ser en el futuro, el proyecto, lo dado dándose (Zemelman, 1989; 1992). Los humanos, como seres hablantes, son constructores de mundos imaginarios y simbólicos, no sólo con lo actual, sino con lo virtual, lo posible (Ibáñez, cit. por Valles, 1997). En este sentido, los sujetos pueden comprenderse como sujetos y autores (Dos Santos Filho, 1995).
4. La vida humana es lenguaje, en el sentido de que se articula a través del diálogo. Esto implica reconocimiento y aceptación del otro, una comunicación horizontal, en igualdad de condiciones. La realidad supone la interpretación que dan de los actores de los procesos sociales (Elliott, 1990), de modo que para desentrañar esa realidad hay que comprender en profundidad los grupos humanos desde sus actores (Goetz y LeCompte, 1988).
5. La vida humana es un proceso de transformación permanente, por medio de la acción negociada de los seres humanos. La realidad es socialmente construida por medio de definiciones individuales y colectivas de la situación (Taylor y Bogdan, 1990), articulándose bajo un sistema compartido de significados (Rusque, 1999).
6. La aceptación de la verdad como subjetiva y relativa, el reconocimiento de los cambios y la aceptación de la teoría del conflicto (Dos Santos Filho, 1995).
En síntesis, tal como señala Dávila (1994) “a diferencia del diseño cuantitativo (en el que las hipótesis iniciales y arbitrarias marcan su desarrollo-siempre secuencial-) en el cualitativo…el mundo simbólico capturado mediante discursos no se circunscribe en modo alguno a premisas previamente formalizadas para su ulterior verificación…todo se encuentra [determinado] por el objetivo final; son los objetivos los que marcan el proceso de investigación cualitativa, dado que ceñirse a hipótesis previas no haría sino constreñir el propio análisis. En la investigación cualitativa se pretende la determinación dialéctica del sentido, mediante la operación de desentrañar significados siempre en relación con los objetivos delimitados” (pp. 77).
El diseño cualitativo a diferencia del cuantitativo es abierto en lo que concierne a la selección de participantes – actuantes en la producción del contexto situacional así como en lo que concierne a la interpretación y análisis - ya que tanto el análisis como la interpretación se conjugan en el investigador, que es quien integra lo que se dice y quien lo dice. Refiriendo a Ibáñez, Dávila (1995) señala el hecho que “en la investigación cualitativa el investigador es el lugar donde la información se convierte en significación y en sentido, dado que la unidad del proceso de investigación, en última instancia, no está ni en la teoría ni en la técnica – ni en la articulación de ambas – sino en el investigador mismo” (pp. 77). En el caso de diseños cuantitativos, su carácter cerrado deriva de la medida en que su rutinización es parte de su apuesta formal. Tal como plantea Dávila (1995), por ello su exigente protocolización y su pretensión de ser reproducible en todos los extremos. “Su modelo es algorítmico, pues admite que la existencia de una serie de instrucciones no equívocas susceptibles de ser formuladas, transmitidas y seguidas correctamente – serie a la que se le denomina algoritmo – permite la reproducción exacta de una experiencia, por lo que forma parte esencial de sus actividades el control de todo aquello que el algoritmo contiene en previsión de que el proceso referido funcione mal” (pp. 77).
En términos operativos, plantea Valdez (2006), la investigación cualitativa desarrolla sus procedimientos atendiendo a los siguientes aspectos:
1. Extraen descripciones a partir de observaciones que adoptan la forma de entrevistas, narraciones, notas de campo, grabaciones, transcripciones de audio y vídeo cassettes, registros escritos de todo tipo, fotografías o películas y artefactos (LeCompte, 1995). Produce datos descriptivos, a partir de las propias palabras de las personas, habladas o escritas, y la conducta observable (Taylor y Bogdan, 1990).
2. Le interesa más lo real, que lo abstracto; lo global y concreto, más que lo disgregado y cuantificado (LeCompte, 1995).
3. El proceso es fundamentalmente inductivo, en el sentido de que va de los datos a la teorización, por medio de técnicas de codificación y categorización, empleando la lógica inclusiva, formal o dialéctica (Glasser y Strauss, 1967; Strauss y Corbin, 1994; Strauss y Corbin, 1998).
4. El investigador cumple a la vez los roles de observador y participante (Rusque, 1999).
5. El proceso es abierto y flexible, porque se mueve en la ambigüedad, en la incertidumbre (Strauss y Corbin, 1998).
6. Implica comprensión mediante la experiencia, la interpretación como método prevaleciente, el trato holístico de los fenómenos, la construcción de conocimientos (Stake, 1999).

Técnicas

Como planteara Beltrán (1990), a propósito del estatus ontológico y metodológico antes reseñado, la renuncia a la ilusión de la transparencia del lenguaje constituye el objeto de la investigación social, en el contexto de una comprensión de éste como instrumento. En este sentido, “la negación al lenguaje de su condición de dado, su cuestionamiento, implica una ruptura epistemológica que constituye el método cualitativo. [Citando a Ibañez señala que] así como la ruptura estadística intenta ir a las cosas mismas, a los hechos desnudos, traspasando la ideología que la cosa traía, la ruptura lingüística descontruye la noción ideológica para reconstruir con sus fragmentos un concepto científico (la ideología es su materia prima, la materia sobre la que trabaja: y que des construye para re construir una ciencia). De esta forma el propio discurso se constituye en el objeto privilegiado de la investigación: el lenguaje no es sólo un instrumento para investigar la sociedad, sino el objeto propio del estudio; pues, al fin y al cabo, el lenguaje es lo que constituye o al menos es coextensivo con ella en el espacio y en el tiempo” (pp.39-40).

Grupo de Discusión

De acuerdo con Canales y Peinado (1995), en el paradigma de la investigación cualitativa se reconoce que toda práctica social necesita del discurso, de una organización particular de sentido, el cual, a su vez, ha de desconocerse a si mismo como práctica. En este marco uno de los médios mas característico es el llamado “Grupo de Discusión”, definido por Ibañez, según Beltrán (1990), como una “confesión colectiva” que deja inmediatamente de serlo o parecerlo, ya que el sujeto del enunciado deja de ser el sujeto de enunciación.
El grupo de discusión desconstruye los componentes semánticos de producciones discursivas concretas, recogidas mediante la técnica, para mostrar su estructura (Canales y Peinado, 1995). “Ésta [la estructura] no equivale nunca a la producción semántica conciente (las hablas individuales de los participantes en los grupos, las opiniones; a estas realizaciones concretas de un discurso las denominaremos textos). [Más aún,] la estructura de una producción lingüística cualquiera – lo que denominaremos simplemente discurso, que vendría a equivaler, por tanto, a discurso social – muestra un campo semántico que define qué elementos son incluidos como pertinentes y sus relaciones recíprocas, de carácter siempre jerárquico o hipotáctico; y, por oposición, como en toda estructura, que elementos excluye, que relaciones no acepta” (pp. 288). En consideración de estas características, el trabajo de análisis no supone la mera aceptación acrítica de los enunciados de un observador interno; por el contrario, el análisis del discurso requiere la confrontación previa de varios observadores internos, entre sí, y de estos con el observador externo, quien vendría a realizar una reducción crítica de los contenidos emic[1] presentes en la producción discursiva del grupo de discusión (Canales y Peinado, 1995).
Para Ibañéz (en Beltrán, 1990) en el grupo de dicusión se dan dos niveles de discurso: uno primero o empírico, en el que el grupo se manifiesta, y otro segundo o teórico, que habla del discurso de primer nivel y que permite interpretarlo o analizarlo. “La interpretación es una lectura: tiende a decifrar lo que la realidad dice – como si la realidad hablara -. El análisis es una escritura: desconstruye el discurso (ideología) de la realidad, reconstruyendo con sus piezas otro discurso” (pp.40). La discusión que se produce en el grupo con motivo de la provocación o acicate del investigador convierte en objeto de conocimiento la ideología del grupo de una forma peculiar: así como la encuesta – expresión de los principios del paradigma cuantitativo - no traspasa el contenido de la conciencia, el grupo de discusión explora el inconciente (Ibañez, en Beltrán, 1990).
En lo operativo, plantea Ibañez (1990), el proceso de investigación está regulado por la estrategia del sujeto de la investigación, la que no deja de operar en todo el proceso, estableciendo la investigación como un proceso de encuentro, en el que se promueve la exposición de los hablantes y su ideología a través de sus discursos, para lo que es necesario regular la libertad del investigador estableciendo ciertas fronteras espacio temporales.
En términos espaciales sólo puede reunir a un número de participantes de entre 5 y 10 ya que el número de canales de comunicación crecen a razón geométrica frente a un incremento aritmético de participantes: el límite superior está dado en base a consideraciones cuantitativas; cuando hay 10 personas existen cuarenta y cinco canales potencialmente activables, los que resultan exesivos si funcionaran al mismo tiempo. El límite inferior en tanto, está dado en base a consideraciones cualitativas; cuando existen 4 personas se arriesga la representación edípica del nucleo social primario compuesto por padre, madre e hijo(a), al que se suma el tio(a) como “embrague” con el macrogrupo. Para saturar todas las relaciones es preciso un grupo de al menos 4, en el que se actue con máxima tensión, todos participando todo el tiempo; con 5 hay ya redundancia (Ibañez, 1990).
En términos temporales, el grupo no puede existir antes ni después, durando no más de 90 minutos. El tiempo de la discusión ha de cubrir la intersección de los segmentos de ocio de los participantes, por eso su limitación. Especial dificultad presenta la puntuación del comienzo y el final. El comienzo viene puntuado por la convocatoria, que delimita el aquí y el ahora del comienzo. El final podría ser puntuado por el preceptor o por el grupo, lo que resulta conflictivo ya que en la medida que es puntuado por el preceptor supone que el consenso del grupo depende del acuerdo de éste, en tanto que de ser puntuado por el grupo supone que el consenso depende del acuerdo entre sus integrantes, lo que puede tomar un tiempo indeterminado. Atendidas estas implicaciones resulta operativo y metodologicamente eficaz informar al principio de la duración aproximada del grupo para evitar descanzar la puntuación de inicio y final en el grupo o el preceptor. Además, en esta medida tambien se precipita en el grupo la urgencia del concenso (Ibañez, 1990).
El preceptor, que domina el grupo en tanto asigna espacio y delimita tiempo, lo performa en la medida que lo organiza y ubica en el espacio. Así, el grupo toma cuerpo, de acuerdo a Ibañez (1990), en dos formas: biológicamente, ya que el grupo es un cuerpo de cuerpos, para formar un grupo hay que seleccionar los cuerpos de los aprticipantes y fundirlos parcialmente, sincronizarlos biosocialmente; y ecológicamente, ya que se forma en un territorio, un espacio en el que se produce la sincronización biosocial, el que no es conquistado por el grupo sino que asignado (mientras dura el trabajo).
Los participantes, en tanto, son seleccionados en base a dos operaciones: determinación algebraica y contacto concreto mediante redes topológicas.
La determinación algebraica implica restablecer, por un lado, las clases de participantes a considerar y su distribución en grupos. Con relación a los participantes lo que se propicia es una muestra estructural, basada en relaciones y no en elementos, como las muestras distributivas, centradas en la continuidad de y entre términos; por el contrario, una muestra estructural se centra en las discontinuidades, vacios, huecos o límites espaciales (zonas polarizadas, extremos y frentes) y temporales (fases de transición, crísis o cambio). Por otro lado, los grupos también poseen fronteras internas y externas, las que pueden ser más o menos porosas y pueden flutuar entre relaciones de inclusión - en lo que lo común es lo vinculante y ya se encuentra comunicado, implícito - y relaciones de exclusión - en lo que nada es común ni se encuentra comunicado, se encuentra implícito -. Sólo hay comunicación en una instancia de intersección: hay elementos comunes, que facilitan la identificación, y hay elementos no comunes, que activan la comunicación. En nuestra sociedad hay relaciones de exclusión que a nivel micro se representan en las relaciones padre / hijo, lo que ejemplifica la restricción de integrar en un mismo grupo personas generacionalmente muy distantes. Asimismo, a nivel macro se representan en las relaciones propietario / proletario, lo que ejemplifica la restricción de integrar en un mismo grupo personas sociocultural y económicamente muy distantes (Ibañez, 1990).
El contacto topológico, la otra operación involucrada en la selección de participantes, cuya función es traer los participantes al grupo, implica la utilización de redes de relaciones, de comunicación. Estas redes pueden ser naturales o artificiales, construidas por el proceso de investigación, y contener relaciones asimétricas o simétricas – coherentes o no con el orden instituido -. La encuesta, ícono de los métodos cuantitativos, como la policia, abre sus propias redes irrumpiendo en la intimidad en el momento y por el camino más inesperados, en tanto que el grupo de discusión utiliza redes preexistentes (familiares, vecinales, laborales, etc.). Esta maniobra abre las propias redes de los sujetos y permite revelar el poder detentado y ocultado ante otro, en este caso el preceptor / investigador. Los participantes deben creer que juegan en su propio terreno no en el del preceptor / investigador (Ibañez, 1990). En este sentido, dos condiciones resultan instrumentales a la gestión de esta operación: que los participantes no estén ligados de ninguna forma ni con el preceptor ni entre sí y que la red se rompa por la introducción, mediación, de un profesional entre los participantes y el preceptor – que generalmente es el que selecciona y convoca a los sujetos –. De esta forma, como plantea Ibañez (1990), se rompen los flujos de deuda sin lo cual los participantes estarían ligados al preceptor.
Un último aspecto a considerar es el carácter de la activación de esta red topológica. Cuando se hace por parte de sujetos con ascendencia o gradientes de poder superiores a los convocados se establece una red asimétrica, que tiende a establecer cierto orden pre establecido a la dinámica del grupo, como cuando ocurre que quien convoca a los trabajadores, por ejemplo, es el jefe. Asimismo, cuando la convocatoria se hace por parte de un igual para abordar temas del orden establecido se constituye una red simétrica, más o menos neutral, como cuando ocurre que un vecino convoca a pares para hablar de participación política. Cuando la activación de la red se produce por convocatoria entre iguales pero para asuntos no coherentes con el orden establecido para organizar la dinámica cotidiana de éstos se constituye una red simétrica, pero con tendencia a producir desorden en el grupo. Consideradas todas estas posibilidades cualquier contenido vale, pero hay que tener en cuenta el efecto producido en la red (Ibañez, 1990).
Otro asunto operativo se relaciona con el territorio asignado al grupo para constituirse, el que tiene un valor ecológico y otro semiológico. En el primer sentido, el lugar de reunión es, en términos de Ibañez (1990), un símbolo uterino: el grupo desea, en lo imaginario, un recinto cerrado hacia fuera – discontinuo con el exterior – y abierto hacia el interior – continuo por el interior -. Así puede desplegar sus fantasias de regreso a la madre y borrar las diferencias entre los miembros, cada uno sería identico a sí mismo – no cambia – e idéntico a otro – es permutable con él -. En el sentido semiológico, los locales donde se puede reunir un grupo tienen una marca social que los valora positiva o negativamente. En la medida que los lugares son de uso mas general y libre para toda clase de sujetos, como bares, hoteles, estadios, parques, etc., mas neutro es su impacto semiológico.
Una vez constituido el grupo el investigador o “preceptor” propone la cuestión a discutir, absteniéndose después de toda intervención, salvo las estrictamente necesarias para catalizar o direccionar la discusión, proceso que es registrado en variados medios para su análisis posterior (Beltrán, 1990).
Aspectos relevantes del proceso, que en el plano discursivo y al introducir la dimensión temporal se hace histórico, lo constituyen el escenario – personajes (preceptor, miembros del grupo y el propio grupo) y relaciones – y la escena – actuación de esos personajes en la “obra” -. En este marco, las relaciones entre preceptor y miembros fluctuan entre la transferencia[2] de uno hacia otro. En el grupo de discusión la transferencia no se reabsorbe, transita de transferencia al preceptor a transferencia al grupo. El preceptor no deja su rol pues le mantiene como preceptor. Al comienzo de la reunión se suele dar transferencia al preceptor; el silencio de éste gatilla la interpelación del grupo, hecho que demuestra su dependencia inicial. Transcurrida la discusión la transferencia migra hacia el grupo: en vez de buscar el acuerdo del preceptor, del otro, los miembros lo buscan en el grupo, tratan de ponerse de acuerdo entre ellos (Ibañez, 1990). Cabe señalar, sin embargo, que la fusión de grupo nunca se alcanza ya que esto implicaría que el grupo tomara la palabra, lo que no ocurre porque el grupo de discusión es efímero y es objeto, tanto como tambien por la coexistencia en ese marco de una comunicación dual y circular: cada uno intenta que el consenso del grupo refleje su posición individual, sirviendo la comunicación a un juego de dominación.
Como plantea Ibañez (1990) en este escenario actuan los personajes. El precpetor lo hace personal o mediadamente (filmadoras, salas de visión unidireccional, etc) y considera luego de la provocación inicial, que implica un componente racional o tema y uno emocional o motivación, un constante manejo de la transferencia / contratransferencia: desde el precpetor entra a la sala se produce una tupida red de complicidades con él y enfrentamientos con él, y mediante el manejo de esa red maneja el deseo de los miembros del grupo; el preceptor no participa en la discusión, trabaja sobre ella catalizando el discurso del grupo. Sin embrago esto plantea el problema de la posición del discurso del preceptor, el que generalmente puede tomar un valor represivo cuando corrige, desaprueba o contra argumenta a un miembro; o un valor “cómplice”, cuando aciente, afirma, aprueba, sonrrie amistosamente, etc,; o como pantalla, cuando sólo esta a la escucha sin juzgar ni comportarse en forma expresiva ante las alocusiones de los miembros. Esta última sería la posición correcta: una pantalla refleja y refracta, en este caso el discurso del grupo. Por estas razones es correcto que el preceptor intervenga de dos modos: reformulando, devolviendo al grupo el deseo manifestado con las mismas palabras, tonos y gestos; o interpretando, devolviendo al grupo el deseo latente tras el manifiesto.

Entrevistas con Enfoque Biográfico

Como entrevista se ha considerado desde instrumentos de investigación estructurados como las encuestas de actitud u opinión y los cuestionarios hasta instrumentos abiertos o no estructurados con forma de conversación emergente. Como plantea Taylor y Bogdan (1996) puede que a los encuestados/entrevistados se les pida que ubiquen sus sentimientos a lo largo de una escala, que seleccionen las respuestas más apropiadas a un conjunto pre seleccionado de preguntas o incluso responder con sus propias palabras a preguntas abiertas. No obstante poseer diferencias sustanciales una y otra técnica, lo característico de todas ellas es su carácter estructurado, estandarizado: el investigador tiene las preguntas y el sujeto de la investigación las respuestas. En contraste con la entrevista estructurada, estandarizada, las entrevistas cualitativas son flexibles y dinámicas; han sido descritas como no directivas, no estructuradas, no estandarizadas y abiertas (Taylor y Bogdan, 1996). Para referirse a este método de investigación cualitativa - distinto de los métodos estructurados o estandarizados - se ha usado el concepto de “entrevista en profundidad”, el cual describe un proceso de “reiterados encuentros cara a cara entre el investigador y los informantes, encuentros estos dirigidos hacia la comprensión de las perspectivas que tienen los informantes respecto de sus vidas, experiencias y situaciones, tal como lo expresan con sus mismas palabras. Las entrevistas en profundidad siguen el modelo de una conversación entre iguales y no de un intercambio formal de preguntas y respuestas…el propio investigador es el instrumento de la investigación, y no lo es un protocolo o formulario de entrevista” (pp. 101).
Sin embargo - y valorando las cualidades de la entrevista abierta, no estructurada, en profundidad – se ha optado por lo que Ortí (1990) denomina – sin contradecir las cualidades fundamentales de la entrevista abierta o en profundidad – Entrevista Individual Abierta Semidirectiva, ya que considera la influencia o efecto de conducción que ejerce el entrevistador o investigador para quien la información adquiere sentido y relevancia según unos objetivos de estudio. Esta cualidad es la que legitima abordar un proceso de este tipo con un marco o guión general de temas y preguntas, artefacto ineficaz en el caso de las entrevistas verdaderamente abiertas. En este sentido la entrevista no es el medio o receptáculo del habla libre y espontanea del entrevistado sino que un espacio de negociación y encuentro de éste con el investigador y sus intereses de investigación.
Aun cuando en comparación con los grupos de discusión la entrevista resulta menos eficaz en tanto técnica estructural, se ha mostrado productiva cuando se usa para el estudio de casos típicos o extremos, como los casos pobres y no pobres del presente estudio, en la que la actitud de ciertos individuos encarna el modelo ideal de una determinada actitud mucho menos cristalizada en la “media” del grupo de referencia. Asimismo, la mayor pertinencia de esta técnica está dada por la potencialidad proyectiva para relevar las relaciones con los modelos culturales de personalidad, reflejados en el otro generalizado o superego institucionalizado en la clase social de referencia (Ortí, 1990). “en este sentido, la entrevista individual en profundidad puede dar lugar a una relación de complicidad (fraternal) entre el entrevistado y el entrevistador, que refleja presisamente el trabajo represivo del superego social dominante (las pautas culturales vigentes, impuestas por la propia casa, conformadoras del ideal del yo del entrevistado)” (pp.197).
Taylor y Bogdan (1996) diferencian tres tipos de entrevistas: historia de vida o biografía sociológica, entrevista en profundidad dirigidas al aprendizaje sobre acontecimientos y actividades que no se pueden observar directamente, y entrevistas cualitativas orientadas a conformar un cuadro amplio de una gama de escenarios, situaciones o personas.
La Historia de Vida es una técnica desarrollada inicialmente por la Escuela de Chicago entre 1920 y 1940, y a travéz de ella el investigador busca conocer experiencias destacadas de la vida de una persona y las definiciones que esa persona aplica a tales experiencias. Como señala Burgess (1966, en Taylor y Bogdan, 1996), “en la historia de vida se revela como de ninguna otra manera la vida interior de la persona, sus luchas morales, sus éxitos y fracasos en el esfuerzo por realizar sus destino en un mundo que con demasiada frecuencia no coincide con ella en sus esperanzas e ideales” (pp. 102).
Esta definición corresponde con los propósitos del presente estudio y su tema, identidad y pobreza. Sin embargo, y considerando el paradigma cualitativo en el que - como se ha planteado el párrafo introductorio de las técnicas tanto como en el acápite diseño – se renuncia a la consideración del lenguaje y el discurso como formación dada y objetiva y a la aspiración de conocer “la verdad”, se verifica una contradicción en esta concepción clásica de historia de vida. Esta contradicción se plantea cuando Beker (1966, en Taylor y Bogdan, 1996) señala que “el sociólogo que recoge una historia de vida da pasos para segurar que lla cubra todo lo que queremos saber, que ningún factor o acontecimiento importante sea descuidad, que lo que pretende ser fáctico concuerde con las pruebas de que se dispone y que las interpretaciones del sujeto sean aportadas honestamente. El sociólogo…trata de hacer que la historia narrada tenga que ver con materias que son objeto de registro oficial y con material proporcionado por otras personas que conocen al individuo, el acontecimiento o el lugar que nos es decripto. Hace que el juego sea honesto con nosotros” (pp. 103). En esta serie de afirmaciones queda claro el sesgo objetivista y voluntaristamente orientado a verificar lo “verdadero” mediante la implementación de una serie de estrategias y acciones, desconociendo la naturaleza discursiva de la historia de vida, nivel o ámbito en que distinciones entre lo verdadero y lo falso, entre lo real y lo irreal estan absolutamente superadas en los desarrollo modernos de esta técnica.
Una primera cuestión que valida la inconsistencia indicada es el hecho que, como plantea Sarabia (1990), refiriendo a Allport, existen tres criterios para clasificar las historias de vida: “Total”, que comprende desde el momento en que se está confeccionando la historia de vida hasta el recuerdo más antiguo del sujeto, se trabaja con toda la vida del sujeto; “Temática”, que comprende sólo un determinado tema, pero en su incidencia a lo largo de la vida del sujeto; y “Preparada”, en la que la historia recogida es cortada, “editada”, por el investigador para darle u formato mas manejable y afín con criterios de edición para publicación. Esta sola diferenciación plantea el carácter relativo de la forma que adquiere la historia de vida y, en esa medida, también de la supuesta objetividad requerida para su validez. En el caso de los últimos dos tipos de historias de vida es el editor el que “recorta” la “realidad” o “verdad”, para fines editoriales o para fines de investigación, restringiendo en ambos casos la totalidad de la información o experiencia relativa a la vida de un sujeto.
Para resolver esta inconsistencia se ha introducido la diferencia entre historia de vida - a la que se le respeta las prescripciones que anotamos antes como inconsistentes con el paradigma cualitativo - e historia oral o relatos de vida, a la que se le reconoce su carácter discursivo y, en esa medida, su valor simbólico más que real, unívoco y objetivo. En esta última orientación, como plantea Santamarinas y Marinas (1994), “las historias de vida están formadas por relatos que se producen con la intención de elaborar la memoria [y no “la” historia] y transmitir una memoria, personal [y]o colectiva, que hace referencia a las formas de vida de una comunidaden un período histórico concreto [y no “toda” “la” historia]…[Más aun, sistienen que] las historias de vida no preexisten a este proceso [de investigación], se produce en él, aunque las formas del contexto oral (la historia oral) vengan refiriendo (o silenciando) aspectos, sagas y relatos que luego se articulan en las historias que recogemos. [Las historias, en este caso relatos orales, de vida] se van haciendo a medida que la investigación avanza según sus objetivos, sus hallazgos y sus límites. Y tampoco sus referentes son precisos, sin que por ello se pueda decir que son falsos. Parece más bien estar dirigidas a orientar la vida y la acción de quienes las narran” (pp. 258). En este sentido, Fraser (1971, en Santamarinas y Marinas, 1994) exige a la historia oral abordar el acontecimiento social sin cosificarlo, tratando de abrirlo a sus planos discursivos: es el valor subjetivo – y no el objetivo – el más original, ya que la historia de vida permite que el fenómeno social exista y devenga por entre los sentidos de una comunidad y época específica. Se ha llegado a plantear el valor de las historias de vida mas como experiencia de enunciación, muchas veces de sujetos/colectivos sin voz, que como documento histórico. El sentido del tiempo histórico y el sentido de las historias se ven sometidos a variados procesos de construcción, reelaboración y, en la acepción más propia del término, de ficción cuando la investigación busca atender a los proceso de construcción y reconstrucción de identidades individuales, de grupo, de género, de clase en nuestro contexto social (Santamarinas y Marinas, 1994).
En atención a lo expuesto, se ha optado por la noción de relato oral o historia oral de vida mas que por la noción clásica de historia de vida ya que no sólo se adecúa con la necesidad de indagar el mundo de sentido que articula la identidad en contextos de pobreza sino porque también se corresponde de manera más consistente con el diseño cualitativo elegido. Por eso la noción de entrevista (individual abierta semidirectiva, en términos de Ortí, 1990) con enfoque biográfico (como relato oral o historia de vida oral).
El enfoque biográfico concentra el proceso de entrevista, como plantean Márquez y Sharif (1999), en la vivencia singular de lo social, expresada en la comprensión del sujeto en el quehacer cotidiano de negociación de condiciones sociales y culturales para sí, representando una via para reconstruir lo general a partir de lo específico, inductivamente.
La narración basada en la experiencia vital abre espacio para nuevas formas de interpretación de los procesos sociales e invita a pensar la sociedad desde el margen, rompiendo con la mirada estigmatizada de los sondeos de opinión y las grandes encuestas; abriendo una puerta a quienes, fijados en el estigma, permanecen en silencio (Márquez y Sharif, 1999), situación característica de la población pobre. En esta dirección una primera cuestión a establecer es que, como plantea Bengoa (1999), la historia de vida, en tanto testimonio, es irrebatible; puede que no sea sea representativa de la historia grupal, o de la cultura, o que no es objetiva frente a los hechos relatados, pero lo que no puede desconocerse es que esa historia es la historia vivida, sentida o interpretada por quien la relata.
Establecido lo anterior, una segunda cuestión a considerar, de naturaleza técnica, se refiere a que quién investiga, aunque no sepa nada de determinada realidad, desde una perspectiva metodológica y lógica, debe reconocer que otro le dice lo que él cree que es esa realidad, expresión materializada en un nuevo texto, el cual debe ser tratado, por tanto, como una subjetividad, pero una subjetividad objetivada en un texto. Puede analizar ese texto subjetivo como si fuera un “hecho objetivo”. En esta paradoja se encuentra la potencia de los a porte de las historias de vida al enfoque biográfico, aunque también la base crítica de su análisis (Bengoa, 1999).
En términos operativos, para la realización de entrevistas en el formato señalado hay que considerar algunos criterios que deben combinarse con los derivados del enfoque biográfico. Lo primero es reconocer, como plantea Goetz y Le Compte (1988), la existencia de diversas tipologías de pregunta según la clase de datos que se pretende recoger. Así, citando a Patton (1980), clasifican a las preguntas en 6 categorías:
1.- preguntas sobre experiencia y comportamiento, que descubren lo que los respondientes hacen o han hecho,
2.- preguntas sobre opiniones y valores, que descubren las creencias de los respondientes acerca de sus conocimientos y experiencias,
3.- preguntas sobre sentimientos, que descubren como los respondientes reaccionan emocionalmente a sus experiencias y opiniones,
4.- preguntas sobre conocimientos, que descubren lo que los respondientes saben acerca de sus mundos,
5.- preguntas sobre lo sensorial, que suscitan descripciones de los respondientes de qué y cómo ven, oyen, tocan, gustan y huelen en el mundo que los rodea, y
6.- preguntas demográficas y de antecedentes, con las que se obtienen autodescripciones de los respondientes.
Patton, (en Goetz y Le Compte, 1988), plantea tambien que esta taxonomía sea complementada con dimensiones de tipo temporal: pasado, presente y futuro. “se puede[, por ejmplo,] pedir a los entrevistados que informen de cómo responden emocionalmente a una experiencia en el presente, como respondieron en ciertas épocas del pasado o como esperan responder en algun momento futuro” (pp. 139).
Por otro lado, los mismos autores refieren a Spradley (1979) para informar otra tipología, centrada ésta en el contenido de las preguntas más que en los datos buscados:
1.- preguntas descriptivas, que pretenden obtener una representación o descripción de algún aspecto de la cultura o el mundo del respondiente,
2.- preguntas estructurales, cuyo fin es verificar o componer los constructos con que losrespondientes describen sus mundos, y
3.- preguntas de contraste, con las que se pretende obtener los significados que los respondientes asignan a, y las relaciones que perciben entre, los diversos constructos que utilizan.
En el mismo sentido, continuan - refieriendo ahora a Schatzman y Strauss (1973) – con una tipología que integra la clase de datos esperados y la forma de las preguntas. Schatzman y Strauss dividen las preguntas en cinco tipos:
1.- preguntas de información, que decubren el conocimiento que posee el respondiente de los factores de una situación social, precedidas normalmente de interrogativos como quién, qué, cuándo, dónde y cómo,
2.- preguntas de abogado del diablo, que descubren lo que los respondientes consideran temas controvertidos,
3.- preguntas hipotéticas, que estimlan la especulación del respondiente en torno a ocurrencias alternativas,
4.- preguntas de postular el ideal, que descubren valores del respondiente y
5.- preguntas proposicionales, que revelan o verifican las interpretaciones del respondiente.
En este afan de categorización de preguntas existe un último tipo, relevado por Lofland (1971, en Goetz y Le Compte, 1988): preguntas que generan respuesta evasivas o que son ignoradas ya que no sólo resultan significativas los contenidos manifiestos en las preguntas respondidas sino que tambien lo que el entrevistado no dice; con frecuencia las omisiones revelan datos sociales significativos.
Un segundo aspecto a considerar en la construcción de entrevistas, plantea este autor, se refiere a la estructura y secuencialización del cuerpo de preguntas. Los formatos generales de lo guiones varían, de acuerdo a Denzin (1978, en Goetz y Le Compte, 1988), con relación a dos dimensiones: estructura y estandarización; algunos protocolos se basan en la improvisación y otros están cuidadosamente cons. Así, por ejemplo, ciertos investigadores emplean sus guiones solamente para ensayar la entrevista; otros se basan estrictamente en ellos para realizar la entrevista. Los guiones tambien difieren en la forma en que las preguntas son formuladas, las cuestiones exploratorias utilizadas y las oraciones y preguntas organizadas y secuencializadas.
En este marco se puede, sin embargo establecer ciertos criterios operativos:
1.- para fines cualitativos, no distributivos, elaborar preguntas abiertas, no dicotómicas (tendiente a respuestas del tipo si o no), en lenguaje sensillo y próximo a la “jerga” propia de la categoria de respondiente con el que se trabaje (Patton, 1980 y Pelto y Pelto, 1978; en Goetz y Le Compte, 1988).
2.- la obtención de insumos para el proceso anterior implica una fase de exploración previa con sujetos de la categoria de respondientes relevante para un estudio determinado.
3.- elaborado el pool de preguntas, realizar una aplicación piloto para verificar la eficacia de las preguntas en su redacción y secuencia. Esto puede hacerse con una muestra “blanca” (respondientes de la categoría de interés o de otras categorías asimilables), como ensayo con los entrevistadores o mediante verificación o juicio de expertos (Harrington y Gumpert, 1981; en Goetz y Le Compte, 1988).
4.- cabe señalar que - no obstante prescribirse el empleo de preguntas alusivas a una sola idea (Patton, 1980; en Goetz y Le Compte, 1988) - resulta estratégico integrar preguntas complejas o ambiguas para obtener variedad de respuestas o detectar significados e interpretaciones conflictivas o contradictorias de los respondientes (Pelto y Pelto, 1978; en Goetz y Le Compte, 1988).
5.- se considera contraproducente realizar preguntas inductoras, que evidencian explicita o implicitamente juicios de valor que condiciones o restringen la libertad del respondiente para responder. Sin embargo, una pregunta inductora bien formulada se asimila a las preguntas de tipo “abogado del diablo” recomendadas por Schatzman y Strauss (1973, en Goetz y Le Compte, 1988).
6.- está contraindicado por ineficaz realizra preguntas precedidas del interrogativo por que ya que suelen terminar siendo ambiguas, presuponiendo algo y a menudo resultando demasiado abstracta para obtener datos concretos (Patton, 1980; en Goetz y Le Compte, 1988).
7.- se recomienda organizar las preguntas a partir de enunciados que comuniquen al respondiente los propósitos y el camino que va a seguir el entrevistador antes de iniciar la entrevista o a lo largo de ésta. Lofland (1971, en Goetz y Le Compte, 1988) subraya que las entrevistas discurren con mucha facilidad cuando van antecedidas por una breve explicación, grantías de que la identidad del entrevistado no va aser revelada y una declaración de cómo el investigador espera que se desarrolle la entrevista, explicando los cambios de foco de la entrevista para que los respondientes puedan adaptar su pensamiento a las variaciones que se vayan produciendo.
8.- la organización de la secuencia de preguntas deben considerar cuando menos la exaustividad de las respuestas, minimizando al mismo tiempo la repetitividad, fatiga y aburrimiento del respondiente. Esto se expresa en la práctica de entrevistadores que ignoran preguntas del guión que ya han sido repondidas en forma fortuita, lo que en entrevistas largas y temáticamente amplias ocurre con frecuencia.
9.- diversos autores prescriben comenzar la entrevista con preguntas demográficas, basándose en que resultan sencillas de contestar y sirven para introducir gradualmente al respondiente en temáticas más difíciles, dejando para momentos intermedios o finales de la entrevista preguntas complejas, controvertidas o difíciles, cuando se ha establecido ya un buen grado de rapport y despertado el interés del respondiente. Sugieren comenzar la secuencia con preguntas descriptivas y referidas al presente y continuar con las más complicadas, relativas a emociones, creencias y explicaciones (Patton, 1980; en Goetz y Le Compte, 1988).
10.- Schatzman y Strauss (1973; en Goetz y Le Compte, 1988) destacan el cuidado de asuntos logísticos como el tiempo o duración de la sesión, que depende de la cantidad de datos requerido y de las condiciones para establecer rapport; número de sesiones necesarias para completar la entrevista, según se necesite interrumpir de vez en cuando una actividad que de otra forma sería agotadora; el escenario o localización de la entrevista, ya que en el caso de historias de vida se requiere entornos familiares, íntimos, en los que el respondiente se sienta en confianza; la identidad de los individuos implicados o quienes son los entevistados y los entrevistadores y cuantos hay presente en cada sesión, una entrevistado y nunca mas de dos entrevistadores por sesión ya que se interfiere el rapport; y el estilo de los respondientes o modos comunicativos característicos del grupo al que se va a realizar la entrevista, que pueden variar desde intercambios semi hostiles, pasando por diálogos emocionalmente neutros pero cognitivamente intrincados, hasta la exploración empática de los traumas personales de la práctica terapéutica contemporánea.
11.- con relación al proceso o situación de entrevista Taylor y Bogdan (1996) plantean algunas prescripciones para facilitar su discurrir: no emitir juicios categóricos para evitar romper la confianza del entrevistado y responder recíprocamente con quien ha tenido confianza para abrirse sin esperar críticas y descalificaciones; permitir que la gente hable, reducirendo las intervenciones del entrevistador y no interrumpiendo al respondiente aunque no estemos interesados en en el tema que toca; prestar atención, comunicar interés por lo que se está conversando y reconocer el momento apropiado para hacer las preguntas; y ser sensible a los efectos de gestos y preguntas de modo de corregir y virar para recuperar y fortalecer la confianza.
*texto en el marco del estudio Identidad y Pobreza: Nuevas relaciones en un contexto transnacional
**Licenciado en Psicología, Mg(c) en Desarrollo Regional y Local. Director de Proyectos AXXIONA Desarrollo Humano
***Licenciado en Psicología, Mg(c) en Desarrollo Regional y Local. Directora de Operaciones AXXIONA Desarrollo Humano

[1] La posición del prescriptor de los grupos, tanto en la realización (pero sin participar en ellos), cuanto en la posterior labor analítica, prefigura lo que ha denominado Ibáñez (1988) como ese tercer término que supere la antítesis entre los puntos de vista etic y emic.
[2] “Freud observó que situaciones vividas por el analizante – generalmente en la infancia – eran transportadas o transferidas a la situación de análisis. Lacan interpretó la transferencia como efecto de la no respuesta del analista a la demanda del analizante. El analista aparece ante el analizante como sujeto – supuesto – saber: aquel que va a contestar a sus preguntas y va a resolver sus problemas. En el análisis la cura es la reabsorción de la transferencia: cuando el analizante comprende que las preguntas no tienen respuesta, ni los problemas solución, definitivas la relación asimétrica se resuelve en simétrica” (Ibañez, J. 1990. pp. 494).